SEMILLAS DE ADVIENTO
Paz y bien hermanos
Es bien común que en algún momento de la educación personal, te enseñen cómo hacer un volcán. Y hacer este experimento es bien divertido y causa admiración y deseos de repetirlo varias veces. Este experimento instruye a la persona que ciertos elementos reaccionan al combinarlos creando una reacción y un efecto. De igual manera, explica que nosotros frente a ciertas situaciones reaccionamos también. Cambiamos de comportamiento, de manera de pensar y de actuar. nos enojamos o nos alegramos, discutimos o callamos y en algunos casos llegamos a la violencia, al llanto o al aislamiento.
?¿Qué es aquello que te disgusta más y afecta tu día, tus pensamientos o tu carácter? ?¿Qué te brinda seguridad, y te anima y te impulsa en tu vida? ¿Hay elementos que te llenen de esperanza, alegría y paz y cuales de ellos forman parte de tu vida diaria?
Así mismo: "Aconteció que, en cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y, levantando la voz, exclamó:
«¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? Pues, en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Bienaventurada la que ha creído, porque lo que le ha dicho el Señor se cumplirá».
He aquí que el adviento es un tiempo lleno de semillas que agitan la mente y el corazón de las personas, para acercarlas a el amor, la paz, la alegría, la esperanza. Para mostrarles el camino del Señor. Para invitarles a nacer con Él de nuevo, crecer con él, retonar, florecer y dar frutos. Que el adviento siembre oración en el patio de tu mente, que la cultives con los ingredientes de el adviento, y pronto tendrás un Jardin de oracion florecido y cosecharás frutos eternos. Permite que las páginas de la palabra de Dios aviven la llama de la hoguera que Jesús encendió en tu vida y quema en ella la tristeza, el dolor, el pecado, la miseria, la mentira para que Jesus viva en ti y tu en el.
Bendiciones.
Lucas (1 39-45)
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