VIVIR, ES SERVIR
Paz y bien hermanos.
Recuerdo claramente que en la finca de mis abuelos, había una señora y su hijo, quienes cuidaban la propiedad y se encargaban del mantenimiento de la misma. Cuando llegábamos de vacaciones, ellos se desvivían en atendernos, aunque no era su obligación. Les complacía saber que sus conocimientos eran útiles y sus atenciones nos facilitaban la vida. Cuando nos apetecía frutas de algunos de los arboles ahí estaba el joven con nosotros. Se trepaba en los arboles con gran facilidad y cogía las frutas y las lanzaba hacia donde estábamos nosotros. Cuando salíamos a caminar por las veredas, se adelantaba de guia, nos ayudaba a cruzar los ríos y quebradas por las áreas más seguras, nos mostraba diferentes tipos de animales y nos daba los nombres. Cuando había que cocinar algo, su mamá inmediatamente se metía en la cocina, avivaba la rama con leña y su hijo y nosotros salíamos en busca de más ramas secas. En las noches bajo la luz de las estrellas que aparecían súbitamente por miles en el firmamento claro y sin contaminantes, ellos nos contaban historias de bestias, personas famosas, anécdotas, y cuanto cuento nos distrajera, nos asustara o nos llenara de preguntas y curiosidad.
¿Eres una persona servicial? ¿Te parece que ayudar a otros es agradable? ¿Sabes la diferencia entre siervo y esclavo?
Así como esta madre y su hijo eran tan generosos en su manera de servir y dar, así podemos encontrar en nuestra senda otras personas que se desviven en facilitarnos la vida, el camino, el aprendizaje, la vida misma. Algunos familiares, otros extraños, otros miembros de un grupo, un club, una comunidad, una iglesia.
Uno de los atractivos más grandes de Jesús, era su entrega para con todos, sin distinción. Se desvivía por salir por los caminos a encontrar a quien ayudar, a quien servir, a quien sanar, a quien consolar, a quien aconsejar, a quien dirigir, a quien levantar, a quien revivir. Su oración diaria era para pedir fuerzas, aliento, vida, discernimiento, sabiduría, justicia, en todo lo que hacía, pensaba, y decía.
De su padre aprendió todo esto, porque su padre había creado el universo entero bajo este mismo concepto de servicio. Cada elemento de la naturaleza sirve al otro, ayuda, apoya, da balance, adorna, mantiene, alimenta, ilumina, completa. Tú mismo, que escuchas, puedes oír y después trasmitir el mensaje a otros que están lejos o a quienes no lo comprenden. Tú puedes caminar y llevar a quien necesita alimentos, vida, fuerza, aliento. Tu que respiras, puedes llenar el entorno de música y canto, de alegría y de alabanza, de palabras ciertas y enriquecedoras. Tú que estudias, o trabajas, o misionas, puedes dar a quien teniendo, no sabe dar, a quien viendo, no puede ver, a quien oyendo, no escucha, a quien entendiendo, no comprende, no vive, no aplica, no actúa.
Hoy Dios despertó al mundo de nuevo con la esperanza de que haya más manos, más rostros, más voces, mas pies, mas corazones, mas mentes, más vidas dispuestas a entregar una oración, una bendición, un abrazo, un pensamiento, una actitud pacífica, una sonrisa, un mendrugo de pan, una mirada piadosa, una mano de apoyo y consuelo. Hoy puedes hacer la diferencia en tu conyugue, en tus hijos, en tus familiares, en tus amigos y especialmente en quien no conoces entregando un poco de ti en el nombre de Jesús.
Sirve la luna, sirve el sol, sirven los planetas y sirves tú. Dios tiene un plan de servicio para el universo entero. Hazte presente y lleva al universo la mirada serena, alegre y dispuesta de Dios, que abraza su creación a través de ti, su siervo.
Bendiciones
Juan (1 29-34)
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