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¿VIVES EN GRACIA O EN DESGRACIA?

Paz y bien hermanos.

Cuando se está aprendiendo a patinar en el hielo, una de las más grandes frustraciones humanas es saber que entre más fuerza se hace para mantenerse sobre los patines, más fácil es caerse, más duro se golpea uno y más tiempo se tarda en aprender a patinar. A medida que se van relajando los músculos, como consecuencia de todas las magulladuras y golpes recibidos, el cuerpo comienza a entrar en sintonía con los movimientos y deseos de los patines que se deslizan rápidamente sobre la superficie blanca y congelada. ¿Has puesto mucho esfuerzo en algo que no te ha dado resultado alguno? ¿Has sacrificado tu vida por tus hijos y no ves un resultado satisfactorio? ¿Trabajas dos turnos para resolver tus problemas financieros y aun así tienes deudas y no se mejora la situación?

El ser humano busca soluciones lógicas, prácticas, eficientes, correctas o las llamadas óptimas para cada situación de la vida. En ocasiones ellas les resuelven más crean otros problemas o generan conflictos con terceros.

Quien inicia a patinar sobre la pista de la fe, lograra caerse menos veces, no si persevera y se esfuerza mucho, tanto como si aprende y permite, que su cuerpo, su mente y su corazón siga los patines por la senda de la palabra de Dios, de la oración y del amor ágape.

La razón está en lo que Dios nos ensena: “pues todo el que obra perversamente detesta la luz y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras. En cambio, el que realiza la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios”

Jesús se acerca a la humanidad para despertarle de este letargo, de esta rutina, de esta manera de vida que parece más una maldición que una bendición, parece más una existencia humana, que una vida natural. Jesús golpea a las puertas de las casas, camina las sendas, navega los lagos y deambula por valles y montañas queriendo entregar a todos el mensaje personalizado y especial de Dios, su misericordia, su amor, su paz, su sanación.

Y Jesús encontró sendas que fueron bloqueadas con leyes y dogmas humanos, con creencias e ideologías personales, para que Él no pudiese ingresar en sus vidas de poder, apariencia, opulencia o vanidad.

Hoy Jesús aun intenta tocar a la puerta de muchas personas y hogares y se le siguen cerrando sus ventanas, sus puertas, sus corazones para que no se vea la maldad y la mezquindad de las intenciones personales.

Mas Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. Porque estáis salvados por su gracia y mediante la fe. Y no se debe a vosotros, sino que es un don de Dios; y tampoco se debe a las obras, para que nadie pueda presumir.

Ya Dios te ha demostrado el inmenso amor que tiene por ti. Acercate a su luz, en tus pensamientos, en tus acciones, en tus palabras y con toda tu mente y corazón.


Bendiciones


Juan (3 14-21)



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