TU GRANDEZA ESTA EN MORIR AL VIVIR

Paz y bien hermanos.

          Los retos de la niñez como los de la juventud, son grandes para quienes los viven, mas en su mayoría ya no lo son para quienes crecieron.  Aprender a caminar, a correr, a saltar la cuerda, a montar patines, o bicicleta, o a nadar,  con el tiempo son habilidades fáciles y comunes. De otra manera,  los retos de un adulto, pueden ser vistos como locos, incomprensibles o innecesarios para quienes aun caminan su juventud.  Es asi como, tener un titulo universitario, o un trabajo semanal, o ser jefe o dueño de un negocio o formar una familia y tener hijos, o tener que trabajar diferentes horarios, con impredecibles horas no serán fáciles de lograr y menos de imitar.  Y aquí se complica la cosa.  Porque la mayoría de los retos que la naturaleza pone a cada ser tienen una razón de formar y fortalecer.  Si un polluelo no es capaz de romper el cascaron de su huevo, no vera la luz.  Si se demora demasiado, será débil y no sobrevira por mucho tiempo.  Si una mariposa no es capaz de romper su crisálida no será y si se demora, no volará.

Los retos en la humanidad tienen diversos resultados pero un mismo propósito. El formar el carácter de la persona. El darle alas.  El fortalecer su vida. El hacerla grande.

¿Crees que puedes ser mejor que ayer, y sabes que cascaron o crisálida tienes que romper para lograrlo? ¿Qué obstáculos tienes en tu mente y tu corazón que debilitan tu presente y obstruyen tu futuro? ¿Consideras que ayudar a otros,  es un reto que te permite ayudarte y a crecer tu mismo?

Sabes muy bien que al igual que la semilla,  quien no muere a si mismo no prospera, no da fruto.

Por eso Jesus nos enseña: “Pedís y no recibís, porque pedís mal, para dar satisfacción a vuestras pasiones”

Conocerte a ti mismo te dará control sobre tu ego y sabrás cierta mente quien eres y cual es tu papel tu lugar y tu importancia en esta vida. 

“Jesús se sentó, llamó a los Doce y les dijo: «Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos.» Y, acercando a un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo: «El que acoge a un niño como éste en mi nombre me acoge a mí; y el que me acoge a mí no me acoge a mí, sino al que me ha enviado.»

Que tu oración como la de un niño, nazca del corazón, de la ignorancia, de la humildad, de las carencias, de la debilidad, de la ineptitud, y rompa la crisálida del orgullo, para que tenga alas de amor y fe.

Que rompas cada día el cascaron del tiempo, para que camines hacia el encuentro con la palabra de Dios y que ella nutra tu mente y tu corazón con deseos de servir a tu familia y al prójimo y de vida a tus sueños e ideales. Que halles que hay mas vida en dar que en recibir y en esto estará tu grandeza.

Bendiciones.  

Marcos (9 30-37)