TEN COMPASION DE MI!!
Paz y bien hermanos
Es admirable y muy común encontrar esas personas prodigiosas que a muy temprana edad son capaces de interpretar partituras clásicas complicadas en el piano o quienes cantan como ángeles antes de empezar la escuela primaria, o quienes son prodigiosos con las matemáticas, la física,las artes o pequeños sabios forrados de conocimientos extraordinarios. Para otras personas los prodigios están en sus vidas cuando su bebe nace, o cuando su bebe sobrevive sus primeros meses con complicadas cirugías de corazón o del cerebro, cuando logran escuchar por primera vez en su vida, cuando logran hablar o ver porque nacieron discapacitados. Yendo mas aun a lo mas simple, es prodigioso cuando un matrimonio en crisis aprende a
caminar por primera vez, a ver, a oir, a dialogar, a amar. Prodigioso cuando un hijo vuelve a casa arrepentido o un hogar recupera su vista y pueden ver todo el bien que se puede hacer y no se estaba haciendo y al ver trabajan en equipo para enmendar, para reconstruir, para reparar.
¿Crees que el amar es algo prodigioso o que es tan solo un sentimiento, una emoción, una flor que tiende a marchitar y morir? ¿Consideras que la paz es algo prodigioso, o que es tan solo un patron de conducta, una actitud en la vida, un deseo humano? ¿Qué es lo mas prodigioso en tu vida y quien es el mas prodigioso en tu vida?
Jesús nos enseña que Dios es la fuente de los prodigios, y es quien comparte ellos con la humanidad. Por eso es que: “Dios es quien llama al sacerdocio, como en el caso de Aarón. Tampoco Cristo se confirió a sí mismo la dignidad de sumo sacerdote, sino aquel que le dijo: «Tú eres mi Hijo: yo te he engendrado hoy». O, como dice otro pasaje de la Escritura: «Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec.
Por ende, Jesus entregó a la humanidad muchísimos prodigios e hizo muchos mas prodigiosos, comenzando por sus discipulos. Ellos dejaron de ver la vida como una senda y empezaron a seguir la senda que conduce a la vida. Y quienes encuentran sus vidas atrapadas en la oscuridad, son invitados a clamar como Bartimeo:
«Hijo de David, ten compasión de mí.»
Jesús se detuvo y dijo: «Llamadlo.»
Llamaron al ciego, diciéndole: «Ánimo, levántate, que te llama.» Soltó el manto, dio un salto y se acercó a Jesús. Jesús le dijo: «¿Qué quieres que haga por ti?»
El ciego le contestó: «Maestro, que pueda ver.»
Jesús le dijo: «Anda, tu fe te ha curado.» Y al momento recobró la vista y lo seguía por el camino.
Si como Bartimeo no vez los prodigios de Jesus, o no vez los prodigios de la oración diaria o los prodigios que la palabra de Dios puede hacer en tu vida, entonces pídele a Jesus:”Ten compasión de mi, haz que vea”.
Bendiciones.
Marcos (10 46-52)
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