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SIEMBRA PAZ

Paz y bien hermanos.

¿Qué fue lo último que sembraste en esta vida? ¿Has cosechado algo en ella? ¿Qué esperas hoy y de quién?

El agricultor planta semillas y espera, la madre una vida y aguarda, la humanidad esperanzas y sueños y despierta a diario ansiosa. La naturaleza planta luz sobre la tierra y lentamente sobre cada rincón de ella, camina pausadamente un segundo a la vez hasta marchitarse y perecer. El universo cultiva las estrellas, los astros, los planetas, las nebulosas, las galaxias, como entretejiendo una colcha, un edredón multicolor y rico en vida y fuerza. Hay una espera en todo. El cuerpo humano envía un mensaje a sus miembros y espera las respuestas antes de actuar. La vida espera por el alimento, la luz, el agua, cada día.

Engravada en la frente, en las manos, en las huellas del tiempo, quedan grabadas la espera, la ilusión, los sueños, la frustración, la decepción, la alegría, la fe.

Jesús, aguardo por 30 años para iniciar su misión. Mientras esperaba, permitió ser construido, formado, educado, preparado, para aprender a no desfallecer, a confiar en todo momento, a aguantar el hambre sin alterar su temperamento, a aceptar la voluntad del Padre, a pesar de la propia, a ceder, a conceder, a entregar, a rendirse, a permitir. Su escuela comenzó en la madre que espero ver realizado lo prometido por Dios. La enseñanza, la recibió de José, quien fue feliz con el plan de Dios y su trabajo de carpintería. No necesitó nada más, porque la mujer que amaba le retribuyó con creces, con un amor y una dedicación a las tareas de Dios, que lo acercaron y lo guiaron cada día más cerca a la voluntad de Dios.

Jesús supo esperar y mientras tanto educó su mente para reconocer a Dios, educó su alma, para perseverar en aquello que le acercaba a su misión y rechazar lo que la negaba, educó su corazón, para aceptar los desdenes de la vida, las frustraciones, las penas, las adversidades, y quedarse en la presencia de Dios y de su oración.

La tercera vela de adviento, no ilumina lo que se está recibiendo, sino más bien, la alegría de saber que se recibirá. Jesús estuvo siempre iluminado por la confianza de María su madre, en Dios y su plan. Jesús supo estar alegre, no porque su voluntad, sus deseos, y sus peticiones fueron concedidos. Más bien, porque entendió que una negación de Dios, significaba un plan mejor para su vida.

Muchos se alejaron de Dios porque tuvieron otra visión, vieron otro mar, descubrieron un plan mejor, se cansaron de caminar en la Iglesia de Cristo, a la luz de los apóstoles, y prefirieron sembrar su propio alimento, construir sus propias tiendas, labrar su propio terreno.

Si el día decidiera abandonar parte de la jornada diaria, algunos quedarian en oscuridad. Si tú desistes de tu misión, si abandonas la gracia de Dios, si te alejas o rechazas su mensaje, una parte de ti quedará en la oscuridad.

Isaías dejó escrito: "Yo envío mi mensajero delante de ti, para que prepare el camino ante ti."

Jesús, espero en aquel entonces y hoy te pide a ti que esperes:”Tened paciencia, hermanos, hasta la venida del Señor. El labrador aguarda paciente el fruto valioso de la tierra, mientras recibe la lluvia temprana y tardía. Tened paciencia también vosotros, manteneos firmes, porque la venida del Señor está cerca”

Busca a Jesús, acercate a su palabra, iluminate por su luz, revístete de su alegría y su esperanza.

Bendiciones

Mateo (11 2-11)



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