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SI NO TE ILUMINAS, TE ELIMINAS

Paz y bien hermanos.

Donde quiera que te encuentres hoy, un rayo de luz anuncio el amanecer y si abriste tus ojos lo pudiste percibir.  Su luz llego a tu vida y la quiso tocar si se lo permitiste.  Quiso iluminar tu camino si lo aceptaste. Quiso irrigar tu vida con la fuerza de la creación si le dejaste y diste el primer paso. 

Hoy puede que la vida este tocando a tu puerta para ensenarte algo nuevo, y así como esa luz del amanecer, eres dueño de darle permiso y paso para que te ayude a ser alguien mejor.

¿A qué cierras tú el paso de tu mente y de tu corazón en la vida?   ¿Qué es lo más hermoso que hallas podido abrazar en tu existencia? ¿Con que te quedas al fin de cada día, de esa luz que llega diariamente a tu existencia?

Se puede ser prisionero de un cuerpo, si se existe para complacerle, para obedecerle, para seguirle, o se puede ser libre y tener un cuerpo, si le llevamos a donde necesitamos ir a pesar de todo y de todos.  Llegan paralíticos a servir, llegan ciegos a asistir, llegan mudos a entregar, llegan enfermos a apoyar, llegan pobres a ofrecer, llegan heridos, lastimados, agobiados a dar una mano, un momento de sus vidas para que otros también puedan vivir, puedan tener, puedan hacer, puedan recibir un poco más de esa luz que llega para todos en esta mañana.  Y tú, ¿dónde estás?

No hay razón para no dar. El ejemplo lo dio Jesús.  Haz oído algo acerca de Él, el de Nazaret, el que nació en el pesebre en Belén, de quien se murmura tanto en Navidad.   “A este lo mataron, colgándolo de un madero. Pero Dios lo resucitó al tercer día y le concedió la gracia de manifestarse, no a todo el pueblo, sino a los testigos designados por Dios: a nosotros, que hemos comido y bebido con él después de su resurrección de entre los muertos”

Su luz también entra cada mañana e inclusive ilumina toda nuestra noche, nuestra oscuridad interior, solo, si habéis resucitado con Cristo, y andas buscando en todo momento los bienes de allá arriba.

Permite que la vida de Dios circule por tus venas, ilumine tu existencia plena, arrope y abrace tu misión, tu mente, tu corazón, tus decisiones, tus pasos, tus palabras.  Y como la semilla que cae en tierra fértil, no morirás, sino que vivirás para siempre.

Jesucristo ha resucitado, para seguir siendo el faro, la luz que guie tus pasos hacia Dios.

Bendiciones                                                                        

JUAN (20 1-9)



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