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SAL AL ENCUENTRO DE QUIEN TE ESPERA

Paz y bien hermanos.

Cuando el padre o la madre salen de la casa, la mirada del hijo sigue cada paso hasta que lo pierde. Entonces sale corriendo a la rendija, a la ventana, allí donde puede volver a encontrar las pisadas para seguirlas hasta donde su vista le alcance. Aunque deje de verlas, se queda allí estático, esperando a ver si regresan o imaginándose que aun las ve.

¿Has seguido los pasos de alguien en tu vida? ¿Has querido imitar a alguien alguna vez? ¿Has mirado sobre tu existencia, y revisado tus huellas personales?

Cuando el niño eleva su cometa, su papalote, él no le pierde de vista, para poderla dirigir, evitar que se enrede en alguna parte. Le sigue con la mirada, para dirigirla. Si su cometa se esconde tras la neblina, las nubes de la tarde, no solo sabe que su cometa está bien sino que también sabe que esta aun allí aunque no la vea, porque siente su fuerza, siente su empuje, siente que le hala cuando el tira hacia abajo, siente que responde a sus comandos. Es como un dialogo invisible, con una fuerza visible. Es como una confianza directa que nace de la experiencia.

Jesús, tuvo esta misma conexión con su Padre, Jesús no lo veía, pero si lo sentía, dialogaba y escuchaba que le respondía, le abrazaba y sentía que Él su roce le retornaba. Jesús tenía una experiencia directa, una relación profunda, una fe increíble en quien desde el cielo le dirigía.

Jesús invita a cada uno de nosotros a ser también como el niño cuando eleva su cometa, a mantener nuestra mirada fija en quien nos puede dirigir la vida, para evitar que nos enredemos, nos caigamos, nos perdamos, nos confundamos, nos desviemos, nos destruyamos. Jesús hala día a día de ese hilo para decirte que Él sigue en control, que Él no te va a dejar y continuara elevándote para que puedas lograr también tus sueños. En algún momento, en medio de la tormenta de la vida, en medio del caos, la tristeza o la caída de la tarde o cada día en medio de tu afán, cuando saques un tiempo para responder a los mensajes de Jesús, Él halara de su cuerda aún más cerca y más cerca, hasta que pueda verte cara a cara para poder abrazarte nuevamente, poder tenerte en sus manos nuevamente, para así, en ese encuentro, dialogar más profundamente, mirándose a los ojos, cogiéndose de las manos, dejando escapar todo dolor, tristeza, frustración y darte a beber del agua de la vida, del agua con la cual no volverás a sentir sed.

Que cada día de tu existencia, permitas que Dios sea quien dirija, sea quien oriente y tome las decisiones. Que tus pensamientos vayan cada día más y más tomando el color de la camisa de Jesús, que tus ojos vayan cada día más y más reflejando a quien siempre ves, aunque este perdido en la neblina de tu vida, a Dios, a su amor, a su paz, a su plan, a su misericordia.

No esperes a mañana, empieza hoy, a buscar el hilo que ata tu vida a Jesús, y pídele que te acerque más y más cada día, pídele que te permita sentir su fuerza, su mensaje, sus deseo, su plan. Pídele que te prepare poco a poco para ese encuentro personal, donde puedas sentir la plenitud de su palabra, su promesa, su luz, su verdad.

Prepara el camino hacia el Señor, para que cuando Él se acerque a ti, sepas que en realidad es Él mismo el que habla contigo, el Mesías, el alfa y el omega, el principio y el fin, Dios.

Bendiciones

Juan (4,5-42)



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