¿QUE ESCUCHAS? ¿QUE ENTIENDES?
Paz y bien hermanos
El rio habla de las rocas que halla en su camino, de las caídas que sufre en cascadas y riachuelos, de la lluvia que la acaricia y del torrente que la precipita. Mas nadie la escucha, pocos la entienden. Él bebe murmura como la corriente del rio y todos lo escuchan y pocos lo entienden. Y el caudal de vida que habita en cada ser humano, habla de las penas y las angustias del corazón, de las alegrías, de los triunfos, de los sueños y de los retos, de las metas y de los logros. Mas nadie la escucha y pocos le entienden.
La sabiduría va de un lado a otro buscando a los que la merecen; los aborda benigna por los caminos y le sale al paso en cada pensamiento, mas nadie la escucha y pocos la entienden.
Así mismos, él mismo, el Señor, cuando se dé la orden, a la voz del arcángel y al son de la trompeta divina, descenderá del cielo, y los muertos en Cristo resucitarán en primer lugar. Después nosotros, los que aún vivimos, seremos arrebatados con ellos en la nube, al encuentro del Señor, en el aire. Y así estaremos siempre con el Señor.
¿Escuchas a Dios y a su mensaje, lo interpretas, lo entiendes? ¿Te conoces sinceramente, sabes tus fortalezas y debilidades, actúas con conciencia de lo que haces o te dejas arrastrar por la corriente? ¿Eres de los que conoces tus padres, tus hermanos, tu conyugue, tus hijos, tus nietos o eres de los que lleva la música por dentro y nadie la oye o ni tu sabes que la tienes? ¿Te escuchas a ti mismo, te entiendes?
Es triste encontrarse un día con que se nos está acabando el aceite y se nos apagan las lámparas. Y cuando llegue Dios nos encuentre en las penumbras y nos conteste ante nuestra carencia e ineptitud, ante nuestro desierto interior y falta de caridad: "Os lo aseguro: no os conozco."
Que la palabra de Dios mantenga tu lampara interior siempre encendida y llena de la gracia y del amor de Dios. Que tu oración restablezca tu aceite, tu fe, tu confianza en Dios, y te permita mantenerte alerta y perseverante en el servicio al prójimo. Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora.»
Bendiciones
Mateo (25 1-13)
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