PREPARADOS PARA LAS TORMENTAS
Paz y bien hermanos.
Llevaban 3 semanas en altamar pescando cerca de la costa noroeste de Alaska. Los reportes del tiempo indicaban algunas tormentas a varias millas de allí, por lo cual el capitán altero el curso y el plan de trabajo para la tripulación. Las olas estaban agitadas, la pesca habia sido abundante y todos estaban muy felices porque la paga prometia ser muy buena. Les quedaba una semana mas antes de regresar al puerto. Las neveras del barco pesquero estaba casi al tope y el capitán informo a la tripulación de que posiblemente regresarían a casa en tres días en ves de cinco. En aquella misma tarde oyeron el llamado de auxilio de otro barco pesquero que fue arrastrado por las aguas en medio de la tormenta cuando perdió sus motores. Decidieron prestar ayuda por no encontrarse tan lejos de la zona, pero con el temor de arriesgar sus propias vidas. Todos estaban de acuerdo. Ayudar a quienes clamaban por ayuda era inevitable. Enrumbaron hacia la zona donde encontraron un barco completamente destruido semi sumergido en el mar y arrastrado inmisericordemente de un lugar para otro. Los 3 hombres que pendían de lo que restaba del barco se alegraron cuando vieron que les tendían flotadores salvavidas atados de largas cuerdas. Uno tras otro fueron arrastrados seguramente hacia el barco y cuando todos fueron rescatados los motores rugieron tratando de escapar de la tormenta. Avanzaron en medio de ella con gran pericia y el agua caia por todas partes, mientras el viento los azotaba sin cesar. Una inmensa ola que vino de la nada se descargo sobre la embarcación aplaztandola y llenando sus salas de maquinas de agua, lo cual llevo al barco a perder fuerza. El capitán entendio la gravedad de la situación y ordeno a la tripulación desocupar todas las neveras, botar al mar toda la pesca de las ultimas tres semanas. Los marineros titubearon, pero conocían la pericia y la habilidad de su capitán y con gran dolor obedecieron. El barco logro levantarse de en medio de aquella tormenta y llegar a puerto con cada alma y corazón que lo tripulaba envuelto en gran tristeza por lo perdido. Al bajarse del barco, sus semblantes cambiaron uno a uno, al tocar tierra, arrodillarse y besarla agradecidos por haber regresado.
En la vida de cada ser humano hay siempre momentos críticos y decisivos que miden la fuerza y la capacidad espiritual. Cuando se toman decisiones egoístas, materialistas o personales, generalmente la vida no solamente naufraga ante los problemas, sino que continua trayendo tormentas y tempestades una y otra vez sobre la existencia humana. Cuando se toman decisiones generosas, compasivas, humanitarias, misericordes, las tormentas se van, las vidas continúan y las lecciones y enseñanzas que quedan apagan la triteza y fortalecen el espíritu y el corazón de las personas. Solamente quien pone su mirada en el autor de la vida podrá acallar las tormentas y fortalecer los motores de su vida. Solamente quien clama a Dios en medio de su desesperación, logra mantenerse a flote y salir victorioso de la tempestad de la vida. Solamente quien tiene como prioridad la voluntad de Dios, sobrevive y es capaz de abandonar todos sus criterios humanos en medio del mar para alivianar su carga y mantenerse a flote hasta que Dios le ponga en puerto seguro.
Bendiciones
MARCOS 4 35-40
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