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NO TE ANCLES A LA TENTACION

Paz y bien hermanos.

¿Te han asaltado en tu vida?, o ¿te has sentido robado alguna vez? ¿Qué parte de ti desea el mal y cual busca el bien? Las personas antes de tomarse un vaso de agua, lo ponen contra la luz, para cerciorarse que esa limpia, por temor a enfermarse. Lo extraño, es que las personas rara vez colocan sus pensamientos frente a la luz, para asegurarse de que son lo suficientemente limpios para no intoxicarse con ellos. Las personas cocinan probando lo que hacen para que quede a gusto y no se vaya la mano en sal. Desafortunadamente cuando las personas hablan, por lo general no degustan sus propias palabras y permiten que algunas veces estas salgan a herir, lastimar, afectar, aplastar, molestar, insultar, reprimir a quien escucha. Las personas ingresan en la ducha un pie o una mano antes de meter todo el cuerpo para cerciorarse de que no se quemen o no les toque un agua muy fría. Aun así, cuando las personas llevan sus cuerpos a las playas, los parques, los teatros, los sitios turísticos, no se cercioran de que el medio ambiente, el entorno, el lugar donde ingresan, sea conveniente para su cuerpo, su mente, su corazón. No escatiman muchas veces que aunque parezca bueno, puede quemar, aunque parezca agradable, puede terminar enfermando la mente, aunque se vea lleno el lugar, puede que sea el comienzo de su propia perdición.

Jesús es llevado al desierto para probarse a sí mismo en cuanto a su capacidad para enfrentar las tentaciones. Medirse a sí mismo en la certeza de sus prioridades personales. Enfrentarse a su propio yo para saber si escucha realmente a el padre o vale más lo que el mundo le pueda decir que haga.

Todo trabajador es sometido a una serie de exámenes y pruebas para ver si tiene las capacidades para ejercer las funciones que se requieren en su trabajo. Dios no intenta probar sus seguidores, más si les invita a enfrentarse periódicamente al desierto donde tendrán que valerse sin su ayuda, por si mismos, para probar si su interior ha sido construido con materiales de sacrificio y entrega, o materiales de conveniencia y apariencia. Para determinar si los propósitos son personales, o son celestiales. Para clarificar si la pesadumbre, el dolor, la pena, la tristeza, la incomprensión, la duda, la soledad, son calificativos suficientemente poderosos como para derribar las paredes construidas a través de la oración personal, la entrega, la fe.

No basta con construir la casa, ni labrar el terreno para sembrar, no es suficiente con levantarse con cada día, ni con caminar la milla. Hace falta reconocer en cada paso, en cada instante, en cada época, momento y lugar, la tentación y el pecado. Porque, así como un pirata acomete a un buque cargado de riquezas, así Satanás asalta a un alma que ha sido cargada de bendiciones espirituales, para robárselas. El diablo siente envidia cuando ve que un alma está gozando de las bendiciones de Dios. Esta lucha es diaria, y requiere no solo de fortaleza para enfrentarla, sino de valor y confianza para confesarla cuando se ha perdido la batalla. Fortalecete en la oración personal, alimentate de la palabra de Dios y preparate a zarpar en todo momento lejos del mar de la tentación que conduce a la perdición y la miseria humana. “Arrepiéntete y cree en el evangelio”.

Bendiciones

Mateo (4 1-11)



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