NO APTO PARA MEDIOCRES

Paz y bien hermanos.

Cuando un hijo viene a sus padres para explicarles un problema o un dilema, el joven está entregando toda su confianza y su situación en quienes cree y a quienes ama. Si ellos después de escucharle le reprenden, le podrían enviar mensajes que no son los indicados. El joven puede llegar a entender que no es bueno decir toda la verdad, ni contarlo todo, ni volver a confiar del todo. Otro mensaje puede ser que a pesar de sincerarse, necesita ser disciplinado y orientado. La respuesta de los padres ante las problemáticas de los hijos generalmente es el resultado de su entrega total, de su amor sin medida por ellos. Aunque esto no justifica las acciones equivocas de los padres hacia los hijos, los padres deben de saber que cuando se entrega todo se hace incondicionalmente, se ama sin esperar nada, se educa sin pretensiones y aspiraciones personales. Solamente así, amando de verdad, con mesura, no en desmedida, se logra el balance entre lo que se entrega y lo que se cosechará. ¿Trabajas según el salario o das más allá de lo que se te paga? ¿Esperas algo de tu conyugue y de tus hijos por el sacrificio y el amor que les das? ¿Has ayudado o le has dado alguna vez algo a alguien que no conoces?

Si los ríos corrieran la mitad de su camino, los mares no conocerían sus aguas. Si el sol entregara solo la mitad de su luz las noches serían más largas y la vida de la tierra posiblemente desaparecería. Si una madre le diese a sus hijos solo la mitad de su amor, la mitad de su entrega, o solo lo que le queda, sus hijos terminaran siendo solo la mitad de las personas que deberían haber sido y entregaran al mundo nada o solo la mitad de su cosecha. Si Jesús hubiese pasado por este mundo entregando solo la mitad de su vida, no hubiese habido resurrección, ni iglesia, ni apostolado. Si cada amanecer nos levantamos con solo la mitad de la gana y el deseo, la mitad de la vida y la bendición, al caer de la tarde hallaremos que el día se habrá perdido y con él, nuestra huella, nuestro legado, nuestra cosecha.

Dios busca ansiosamente una humanidad que desee entregarse completamente a su misión, a su vida, a su tarea sin excusas, pretensiones, ni condiciones, como lo hizo la viuda de Sarepta, a quien Dios le dijo a través del profeta: “La orza de harina no se vaciará, la alcuza de aceite no se agotará, hasta el día en que el Señor envíe la lluvia sobre la tierra."

Un hijo viene al mundo lleno de amor y vida para entregar, más necesita de una familia que se entregue incondicionalmente para que él tenga un terreno donde arar, sembrar y cultivar todo lo que se le ha dado. Dios no ha creado a nadie a medias, sino que ha hecho todo completo y lleno de su presencia. Por eso Jesús dijo de quien sin pensar en ella misma ni en su vida personal, se desprendió de todo lo que tenía: “Os aseguro que esa pobre viuda ha echado en el arca de las ofrendas más que nadie. Porque los demás han echado de lo que les sobra, pero ésta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir”

No entregues media oración, con media intención con media fe y media entrega. Dios no puede responder a la mediocridad como la de Caín, como la de los fariseos, los escribas y la de quienes solo viven a Dios como un lema de campaña y conveniencia. Despierta en tu corazón la grandeza que Dios puso en él, y entregalo incondicionalmente en todo lo que haces, piensas, dices y vives. Que no prediques medias decisiones con medias acciones sino que todo lo que hagas y decidas sea plenamente bajo la mirada y la gracia de Dios.

Bendiciones

Marcos (12 38-44)