MOLDEADO POR SU MANO
Paz y bien hermanos.
Caen los últimos rayos del sol sobre el lago, la pradera y la senda por la cual regresan a sus casas los caminantes, mientras las aves vuelven a sus refugios tocadas y adornadas por la luz tenue del atardecer. Así como la madre pone a dormir a su criatura con el cantico de amor y ternura, así, la mano suave de la creación, ha puesto en reposo la luz del sol. Su jornada no ha sido en vano, no ha caído un solo rayo de luz que no haya tenido un propósito, como también no pasan los segundos de la vida del ser humano sin que su vida sea tocada por la claridad del día y su mensaje motivador de esperanza. Las huellas claras de su travesía llenan los montes y valles, y cada rincón del planeta.
¿Está tu vida llena de la tenue luz de los atardeceres o de las huellas de luz del sol radiante? ¿Ha sido tu vida inspirada de alguna manera por la naturaleza o por alguien en particular? ¿Crees que tus huellas y tu existencia puedan guiar a otros y ser útiles para sus vidas?
El rostro de las personas refleja su interior, porque de lo que sucede en la oscuridad del ser, el rostro habla con claridad. Cada expresión de gozo o dolor, de alegría o tristeza, de paz o de decepción, de éxito o fracaso, de odio o amor, de misericordia o perdón, se origina en la mente y el corazón de una persona. Así mismo, la presencia de la mano de Dios se refleja en el sol del día, la luz de la luna, las estrellas, la lluvia, el viento y cuanto encuentras en la naturaleza que te rodea, expresando regalos, gracias, transmitiendo pensamientos de esperanza y apoyo, de ánimo y guia, de fuerza y perseverancia, que se originan en el corazón y la mente de quien todo lo ha creado.
Jesús viene a reflejar el rostro de su Padre, a expresar lo que hay en el corazón de Dios, a delinear con los matices de la aurora, el plan de Dios, a traer la mano del Padre que se mezcla con las vidas y las huellas de toda la humanidad. Jesús es el sueño, el anhelo, la meta hecha realidad, es la ambición de un Dios que desea extender sus manos y tocar de nuevo a quien formo en su vientre, tocar la mente y el corazón de quien ve con tristeza se le pierde, se le aleja, se le escapa de sus manos. Es Jesús, el rayo de luz perenne que no se extingue, que acompaña sin cesar día y noche a quien le busca, a quien sin conocerle le necesita, a quien sin llamarlo grita en medio de su dolor, suplicio, cárcel o enfermedad por una mano que le ayude. Jesús es la mano invisible que aun mueve el universo y toda la creación, es la vida de Dios que abraza a la pareja, a la familia, a los hijos, a los necesitados. Es Jesús el rey que gobierna los pueblos rectamente, porque con su presencia llena los vacíos de sus gentes y les da un sentido, una meta, una esperanza.
No permitas que el sol culmine su jornada y las penumbras lleguen de nuevo, sin que tú hayas al menos orado para abrazar a quien es el autor de la vida. Que tu oración sean tus manos tratando de alcanzar a las de Dios para estrecharle y abrazarle. Explora el universo que vibra en la palabra de Dios y dejate tocar por la mano de Dios que unge a quien le busca. Que tu vida se preste para que las manos de Dios te utilicen y estés siempre dispuesto a hacer lo que Él os diga. Que tu alma, tu mente y tu corazón sean para muchos el agua que Dios transforma ante sus ojos para llevarles el mejor vino, el mejor sabor, la mejor experiencia de vida que puedan ellos saborear, tener y experimentar en su nombre.
Bendiciones
Juan (2 1-11)
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