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LO ESENCIAL ES INVISIBLE A LOS OJOS

Paz y bien hermanos.

Al ser humano le cuesta trabajo entender que no solo es cuerpo, sino que también es alma. Y pasa su vida cuidando lo que se ve y descuidando lo que no se atreve a conocer. Le cuesta trabajo pensar que puede ver más que no ve todo lo que está frente a sus ojos sino solo una parte de esa realidad. Y vive en muchos casos pensando que todo lo que ve es lo único que existe. En ocasiones piensa que tiene paz y no se da cuenta que no es paz sino conformidad. Porque evita las luchas internas, las polémicas, las diferencias, los conflictos y se acomoda en la vida permitiéndolo todo y aceptándolo todo para evitar desfigurar su fachada de paz.

¿Cuántas valores de la vida has desechado para evitar tener que defenderlos? ¿Qué ves a tu alrededor que prefieres ignorar para no tener que preguntar, ni pensar, ni hablar al respecto? ¿Sabes que el pecado existe o has decidido que fue creado para limitar tu libertad o atemorizarte?

Jesús nos dice: “He venido a prender fuego a la tierra, ¡y cuánto deseo que ya esté ardiendo! Con un bautismo tengo que ser bautizado, ¡y qué angustia sufro hasta que se cumpla!

¿Pensáis que he venido a traer paz a la tierra? No, sino división.”

Jesús es la puerta que nos separa del cuerpo mortal y el inmortal. Es la ventana que nos permite ver todo lo que no vemos y darle su tono y color de realidad. Es Jesús, la verdad que día a día está siendo negada, crucificada, cuestionada, amenazada. Es la promesa de paz que se hace guerra, conflicto, dilema cuando las personas prefieren hacer lo que desean, imponer lo que quieren, e interpretar lo que sea a su manera y forma, para ellos poder existir, aunque ello signifique que otros no puedan hacerlo.

Por eso Jesús fue crucificado, por eso su cruz es símbolo de división y polémica, porque su verdad y su mensaje que desmintió a los Fariseos hoy todavía desmiente a quienes, como ellos, solo buscan dominar, tener poder, riquezas, fama y ser dueños de la verdad que ellos mismos fabrican.

Acércate a Jesús para conocer la verdad en su palabra y que ella sea el fuego que queme tu mente y tu corazón saneándolo de todo aquello que te lleve a la oscuridad y que tu oración nazca como fruto de la luz que recibes a través de ella.

Bendiciones

Lucas (12,49-53)



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