LAZOS DE FE

Paz y bien hermanos.

Las palabras son como hilos que se van entrelazando y formando una cuerda.  Ellas se asocian para enlazar, comprometer, aseverar, juzgar, atar, liberar o sencillamente para embellecer, enaltecer, agradar, perfumar o decorar.  No sin antes haberse unido como un solo equipo y haber entregado su mensaje atadas unas a otras. Cuando las palabras comprometen, cuando ellas aseguran, cuando garantizan o se dan como una promesa, quedan ellas presentes cual lazo que sostiene lo dicho.   Si los hilos que la forman son frágiles, no aguantaran mucho tiempo el peso de los días y la vida, más si sus hilos están forjados y revestidos del amor, de la paz, de la honestidad, de la sinceridad, de la fuerza de la esperanza, entonces sus hilos permanecerán fuertes a pesar de la espera.

¿Qué haces con las palabras?, ¿juegas con ellas según te conviene, o son un sello de tu presencia?  ¿Haz comprometido tu vida en algo o has pensado en hacerlo?  ¿Qué tan fuerte es tu compromiso? ¿Ha faltado a tu palabra alguna vez en tu vida? ¿Cuáles fueron las consecuencias?

Jesús trajo palabras de vida no solo porque sanaron en aquel entonces sino porque siguen sanando, no solo porque entregaron la promesa de Dios para con la humanidad sino porque siguen vigentes, no solo porque recorrieron el Tiberiades, toda Galilea y Jerusalén, sino porque hoy día siguen recorriendo todo el mundo.  Hay que hablar como Jesús, con amor cierto, amor ágape, para que las palabras entrelacen las acciones y estas con amor derramen bendiciones.

Que los hilos que fortalecen tus palabras puedan  cargar con la enfermedad, la pobreza, la tristeza, la ceguera, la ignorancia, la maldad, el dolor de quienes Dios ponga en tu camino, para que ellos hallen como lo hicieron en Jesús, reposo, alivio, consuelo, paz, sanación y liberación.

Por lo tanto: deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el reino de Dios, porque nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás vale para el reino de Dios

Fortalece los hilos de la fe con oración diaria, con penitencia, con amor por Dios y por su palabra.

Bendice al Señor, que te aconseja, hasta de noche te instruye internamente. Ten  siempre presente al Señor,

Con él a tu derecha no vacilaras.

Entrelaza tu vida con la de Jesús, mezcla tus pasos con sus huellas, amarra tu mente y tu corazón a la palabra de Dios y teje pacientemente la cuerda que sujeta tu intención diaria por amar a Dios a través del prójimo