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LAS DOS CARAS DE LA MONEDA

Paz y bien hermanos

Un rey montó en su caballo para salir a la guerra con su ejército. Notó que su caballo tenia un problema. Desmontó y fue informado que le faltaba un clavo en una herradura. El Rey dijo: “No hay tiempo para eso” y cabalgó rumbo al campo de combate. En medio de la lucha, el caballo perdió la herradura, cayó el caballo, cayó el rey, se perdió la batalla.

Diariamente la humanidad corre apresurada en busca de riqueza, fama, amor, alegría, paz, bienestar, y deja atrás un sin número de detalles personales a los que no tiene tiempo de prestarle atención. La mente que divaga en imágenes y sueños de placer, de egoísmo, de aventura, de ocio, de perdición. El corazón que entristece, llora, sufre, teme, se hunde en la oscuridad de la infelicidad y la rutina. El cuerpo que pide ayuda, descanso, salud y paz. Mas no hay tiempo para detenerse a reparar lo más importante, la vida misma.

¿Sabes en que parte de tu vida hay algo que le falta un clavo, una seguridad, un apoyo, una guía y sabes que ese podría ser tu talón de Aquiles en un momento crítico de tu existencia?

¿Sabías que tu vida tiene dos caras, una corporal y otra espiritual y que es imprescindible que tú le adjudiques a ambas tiempo, atención y esfuerzo?

¿Sabes que omisiones personales son el origen tus problemas y piensas que no hay solución y te sientes atrapado y sin esperanza en medio de esa batalla?

Jesús viene a tu vida como llegó a la de muchos mas hace miles de años a preguntarte:

«¿De quién es la cara que ves reflejada en el espejo cada mañana y que dice la inscripción que hay en su mente y su corazón?»

Tu respuesta revelará cuáles son tus prioridades en tu vida diaria.

Y Jesús te replicará: «Pues pagadle con tiempo y con amor, con atención y cariño, con cuidado y esmero, con sacrificio, a quien tu vez y dadle en agradecimiento a Dios lo que es de Dios.»

Que una cara de tu vida sea la oración y la otra se la palabra de Dios y descubrirás el valor que realmente tienes. Que tu oración agradezca a Dios, repare tu vida y la prepare para el combate diario. Que tu vida se vista de la palabra de Dios, para que sea sanada, fortalecida, escudada y protegida contra los ataques del enemigo.

Bendiciones

Mateo (22 15-21)



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