LA VOZ EN EL VIENTO
Paz y bien hermanos.
En medio del silencio, se dobla la hoja con la fuerza del viento. Vibra la rama se estremece el árbol. Vuela el ave que anidaba y se aleja con su cría, por la fuerza del viento.
Cuando una voz llega al oído, se cambia la vida, la senda, la ruta, el tiempo, por aquello que se escucha, por lo que se ignora, por lo que no se quiere oír, o por lo que de inmediato toca, irriga, aflora.
¿Qué o quién mueve tu vida? ¿Qué viento en tu senda estremece tu existencia? ¿Qué pena, tristeza o lamento cambia tu vida, tu senda, tu mente?
Jesús es el viento que vino a soplar sobre las aguas del Jordán su Espíritu. Cambio las aguas. Hablo sobre ellas y arrastro el gozo la paz y la alegría. Se estremecieron las aguas del Tiberiades como los corazones y las vidas de la región. La palabra de Dios la arrastró el viento de pueblo en pueblo y llegó como susurro y muchos doblaron sus rodillas sus vidas e ideologías con su paso, otros salieron a su encuentro.
Y entonces Dios habló en el monte Tabor: “Este es mi hijo amado escuchadle”.
En la vida de cada ser humano, Jesús llega a ser la brisa que mueve las hojas de los segundos, los minutos o las horas o llega a ser la lluvia que empapa y cala hasta los huesos, quedándose, hospedándose, e irrigando el interior antes seco y cultivando la vida que muerta yacía adentro de la persona.
Jesús habla, dirige, aconseja y sana. Solo quienes ante su paso se doblegan, podrán sentir el roce de su presencia como la brisa del viento. Le oirán y le seguirán. Entonces verán que Jesús se transfigura lentamente de la semilla de la fe, a la fuente de la salvación, al hijo de Dios.
Deja que tu vida sea sacudida por el soplo de Jesús, que tu plan de vida se impregne de su soplo y de su unción, que tus pasos lleven la senda que conduce a la transfiguración, a el cambio de vida, a la voluntad y al plan de Dios.
Ora para que puedas acoger a Dios en tu vida. Estudia su palabra para que puedas escalar las montañas más grandes los obstáculos más imponentes que lo ocultan y con ello opacan la fe. Deja que tu vida se alimente de Jesús a través de su palabra y tu vida también se transfigurara según el plan de Dios. Escucha la voz de Dios que sale todos los días a tu encuentro, como un susurro que esparce el viento.
Bendiciones
Marcos (9 2-10)
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