LA MELODIA DE SU PRESENCIA

Paz y bien hermanos.

Las notas musicales llevan un mensaje, encierran palabras, abrazan y acarician sentimientos. Llevan el regalo, el perfume, el aroma de un sentimiento, de una expresión, de un beso y lo entregan con la melodía que les acompaña y embellece. Es un mensaje que no se puede leer, mas existe, es un mensaje que no se puede ver, mas es real, es un mensaje que no se puede oler, ni degustar, ni tocar, más si se puede oír y con la mente y el corazón abrir, comprender y acoger.

¿Has llorado alguna vez, sin saber porque? ¿Te has sentido abrazado(a) sin saber por quién? ¿Has recibido un aliento de fuerza que te ha levantado de tu aflicción, en el testimonio de otra persona?

Así como las notas abrazan sin tener brazos, el viento acaricia sin tener manos, la noche envuelve sin tener un manto y el amanecer estimula, sin palabras, levantándose simplemente en el anonimato, así mismo, podremos llegar a conocer a Jesús, por sus obras, por sus milagros, por sus huellas, por el testimonio de quienes caminaron a su lado, aunque no le veamos.

Jesús, como las notas musicales, entrega diariamente su esencia de maneras que no se pueden ver. A Jesús le acompaña la melodía de su amor, de su paciencia, de su paz, de su sacrificio y con ella, abraza a quien desea dejarse tocar por sus notas, por su ritmo, por su carisma, por su plan, por su misericordia y amor hacia todos.

En el amanecer las aves ven a Dios, a quien con sus primeros cantos alaban. En el firmamento, en la naturaleza, en el viento y en la lluvia, está la presencia de Dios queriendo llegar a cada rincón del mundo.

En los padres presentes, en los padres que hablan, que dialogan, que escuchan, que aman, que perseveran, que ayudan, que se involucran en el hogar, que ensenan, que sacrifican, en ellos los hijos ven a Dios

En la vida misma que corre por tu interior y se manifiesta en tu exterior, mas no se ve, a menos que despiertes tu conciencia y tu espíritu, que no se transluce, a menos que siembres, que no camina, mas no se detiene, no toca a menos que estés consiente que con cada segundo se pierde.

Esa vida, ese amor, esas notas, esos mensajes, esos abrazos, esos consejos, esas caricias, existen, son reales.

Así es Jesús, que derramo su sangre, su vida por tanta gente e incluyendo a quien ni siquiera en Él cree.

Por eso Pedro nos dijo: No habéis visto a Jesucristo, y lo amáis; no lo veis, y creéis en él; y os alegráis con un gozo inefable y transfigurado, alcanzando así la meta de vuestra fe: vuestra propia salvación.

Y Jesús te dice hoy: Dichosos los que crean sin haber visto.

Clama a Dios por su presencia, pídele a Dios por su Santo Espíritu, dejate abrazar por lo invisible, y tu corazón que sabe quién está en lo invisible, te revelara su mensaje.

Bendiciones

Juan (20,19-31)