LA MEJOR PÁGINA, LA ESCRIBIRAS TÚ
Paz y bien hermanos.
Los niños siguen a sus padres porque son su primera voz, su primera caricia, su primer aliento de alivio y seguridad, desde el vientre de la madre y por el resto de sus vidas. Los niños desconocen el plan de vida pero ciegamente seguirán las pisadas y acciones de sus progenitores porque en ellos hallan la primer y única razón para existir. ¿En qué momento dejaste de seguir a tus padres y a quien empezaste a seguir? ¿Qué te garantiza hoy que sigues la senda correcta, que tus pasos son los correctos y que no te has desviado del camino? ¿Hay misericordia y lealtad en tu senda, o es tan solo un camino a seguir día a día?
Hay padres que abandonaron la senda por el hambre del estómago, o por los apetitos de la carne, o por los placeres de la vida, o por los anhelos del pasado, por los sueños del futuro, por los lujos de la vida, o sencillamente porque necesitaban tener algo hoy, sin esperar mañana. Sus hijos les siguieron y sin saber que sus líderes, sus guias, habían extraviado el camino, y viven sin saber que esa no era la senda, y sin conocer la verdad, sin conciencia.
Mas quienes en el bien persistieron, llegaron a la tierra prometida, lograron terminar la senda, alcanzar los frutos y comer de ellos.
Para quienes enduran la fuerza de los vientos, las lluvias, el sol y el frio, Dios les dice: Las sendas del Señor son misericordia y lealtad para los que guardan su alianza y sus mandatos. El Señor se confía a los que lo temen, y les da a conocer su alianza.
Jesús es quien invita a seguirle todo el tiempo, más quienes se lanzan por impulso, no llegaran, por interés mucho menos, por conveniencia o por opción tampoco. Hay que amar a quien se va a seguir antes de poner los pies en la arena, y quien opta por amar a Jesús, no dejará de hacerlo porque Jesús le amara aún más. Por eso os dice:
Estad, pues, despiertos en todo tiempo, pidiendo que podáis escapar de todo lo que está por suceder y manteneros en pie ante el Hijo del hombre. El conocimiento de los planes de Dios es para quienes se mantienen fieles sin abandonar sus huellas, y sin cambiar los caminos.
Los signos de los tiempos no son entonces desconocidos, y cuando las potencias del cielo sean sacudidas.
Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube, con gran poder y gloria.
Como hijo de Dios, confía en quien te guia y lleva con tu ejemplo, tu esfuerzo y sacrificio, a otros hacia Él. Agrega la oración diaria a tu vida para que no pierdas de vista ni el propósito ni la razón de tu vida. Empapa tu existencia y tus pasos con la palabra de Dios, para que ese escudo te proteja de los ataques del enemigo, que tratara de robarte lo que Dios te ha entregado. Que cuando Cristo vuelva, hayas podido escribir con tu vida, tu sacrificio, tu amor y tu perseverancia, el mejor evangelio de tu vida en la búsqueda de Dios.
Bendiciones
Lucas (21,25-28.34-36)
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