LA ESENCIA DE LA SEMILLA
Paz y bien hermanos.
Todos viajamos la nave que pasea a través del universo. Todos subimos a esta nave, desnudos y cargados con un equipaje adoptado, un equipaje heredado y un anhelo grande por respirar y vivir.
¿Te has sentido ahogado o asfixiado alguna vez? ¿Has experimentado un sobre peso en tu equipaje personal? ¿Te sientes que tu vida no se mueve, ni que viajas, ni que vives?
Para algunas personas abrazar es imposible no por la falta de brazos sino porque carecen del aliento que propaga ese sentimiento, ese afecto, el amor.
Para otros ser honestos, decir la verdad o ser íntegros, les es difícil, imposible o es su única realidad.
¿Cómo explicar a el mundo que algunos ya no tienen el equipaje con que llegaron a la vida y que otros su equipaje no es el de ellos? Hoy día vemos fácilmente que el equipaje de muchos se extravió en la senda, se sobrecargó en el camino, se cambió en un instante, se perdió en un momento furtivo.
Jesús llega a las playas en busca de individuos que a pesar de su equipaje, permitieron que los mensajes de los profetas permanecieran vivos en sus mentes
Jesús no les quita sus equipajes, sino que permite que cada apóstol, que cada individuo, decida descargarlo y tomar lo que Jesús con amor y paciencia les entrega. Que decida, cambiar lo que opaca por lo que ilumina. Lo que amarga y oprime por lo que endulza y libera. Lo que cegá y paraliza por lo que alienta y energiza.
Jesús enseñó con amor, con paciencia, con comprensión, con misericordia y dejó que quienes le deseaban seguir, decidieran quedarse a su lado o irse voluntariamente. Jesús les dijo: “El que quiera servirme, que me siga, y donde esté yo, allí también estará mi servidor; a quien me sirva, el Padre lo premiará”
Jesús hace huellas para que quienes lleguen después a la senda de la vida, puedan encontrar también la realidad y la verdad, la luz y el camino. Jesús, metió la ley de Dios en su pecho, escribió en sus corazones; “yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo”.
Dios no te pide que dejes ni tu barca, ni tu pesca, ni tu familia, más sí que abandones el equipaje que oprime, esclaviza, somete, ahoga, enfada, irrita, ata, minimiza, enorgullece, enaltece, desvía, engaña, pierde y roba la vida.
Dios quiere que construyas un espíritu de amor y servicio, de caridad y misericordia, para que te hagas semilla y fuente de vida, luz de esperanza, senda de prosperidad, voz de aliento. Que seas manos dispuestas a levantar al caído, ojos dispuestos a orientar al perdido, labios dispuestos a sanar, a animar, a apoyar, a sanar y bendecir y una vida entera, dispuesta a entregarse por amor a Cristo.
Por esto, os aseguro que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto.
Sumerge tu mirada en la palabra de Dios, tu mente en la oración constante y tu alma y corazón en la perseverancia y disposición para seguir la voz de Dios, la cual es, alimento para toda semilla espiritual.
Bendiciones
Juan (12 20-33)
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