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LA DUCHA DE LA FE

Paz y bien hermanos.

               Cuando las personas entran bajo la ducha lo hacen de diferentes maneras, uno primero un pie otros ambos a la vez, otros primero las rodillas otros la cintura otros el cuello o la cabeza.  Algunos en reversa, otros de lado, o de frente.  El agua que cae sobre el cuerpo,  va removiendo un sucio que es perceptible a la persona y quizás invisible a los demás.  Así mismo hay necesidad de enjugar el alma y el corazón.  Hay adentro de cada ser humano mucho polvo, oscuridad, tristeza, temor, odio, pecado, que invisible ante los demás, es perceptible para quien lo carga en su interior, porque va haciendo mella en la felicidad de la persona, deteriorándola.  ¿Eres de los que observan como otros viven y busca vivir como ellos o de los que viven por iniciativa propia?    ¿Es la limpieza corporal tan importante en tu vida como lo es tu limpieza mental, emocional y espiritual?  ¿Consideras que eres más aseado o limpio que otros o buscas llegar a ser más limpio que muchos, o no te importa si otros están o no limpios?
               Hay una carrera diaria en la vida de cada persona.  Algunos persiguen lo que los demás tienen y otros lo que otros han dejado atrás.  Algunos buscan lo que nadie tiene aún y otros no saben lo que buscan más aun así corren en la vida.   Pablo abandonó esa competencia de la busqueda de lo superfluo y aparente, e ingreso en la búsqueda de Jesús y por eso dijo: "corro hacia la meta, hacía el premio, al cual me llama Dios desde arriba, en Cristo Jesús".  
Es asi como Jesús nació de quien aceptó ducharse diferente a los demás.  Nació de una decisión que implicaba riesgo, era una carga, conllevaba problemas.  Nació de María, quien sin importar que podría ser apedreada decidió seguir a Dios en su plan loco por salvar la humanidad.  Y Jesús llega no en un lecho, sino en un establo, no nace como nacen otros,  rodeado de lo planeado, de lo construido, de lo preparado. Nació mas bien Jesús en lo incognito, en lo alejado, en lo recóndito, en un rincón de la vida de la humanidad.   Y así como José, María y Jesús lo perdieron todo con tal de seguir el plan de limpieza de Dios, así sus apóstoles, también lo perdieron todo y consideraron todo basura  con tal de ganar a Cristo y ser hallado en él, no con una justicia propia, la de la ley, sino con la que viene de la fe de Cristo, la justicia que viene de Dios y  se apoya en la fe.
               La carrera de Jesús como la de sus apóstoles y la de todo cristiano, se inicia duchándose diferente a los demas, para buscar sanar, construir, ayudar, servir, sacrificar, entregar, perdonar y vivir una vida limpia bajo la mirada de Dios.  Como ellos lo hicieron un día, ingresa tú también en la ducha de la fe, y baña tu existencia con las aguas del bautismo, con la gracia divina, con la mirada misericordiosa de Dios.   Dirige tu vida hacia Cristo quien no mirará tu pecado, sino tu corazón dispuesto, no mirará tu pasado, sino tu presente ansioso por   bañar toda impureza, a dejar toda mala intención, todo mal deseo.  Deja que la ducha de Dios irrigue tu vida con su gracia para que fortalecido puedas abandonar todo pecado y hallar en tu nueva senda el perdón de Dios y la oportunidad de vivir una vida limpia. En la palabra de Dios hallaras el agua que clarifica la mente, provee sabiduría y mitiga la sed, sosteniéndote y guiándote en cada desierto.  En la oración podrás sumergirte para refrescarte, perfumarte y cubrirte de la esencia divina de Dios, quien vendrá sobre ti en respuesta a tus plegarias para bañarte de esperanza, consuelo y amor.  Jesús te dice a ti hoy: “Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más”.

Bendiciones

Juan (8 1-11)



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