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JUGUETES ETERNOS

Paz y bien hermanos.

No hay edad para divertirse y gozar con los juguetes que se mueven o actúan por si solos.   Así como se disfrutaban los que se les daba cuerda  también se gozaba con los que usaban baterías.   Aun hoy,  los adultos procuran tener uno de estos juguetes, quizás más sofisticados, que vuelan, filman, cantan, bailan o sencillamente hacen labores  de la casa o del trabajo.  Uno de los mejores juguetes son aquellos que los mueve el aire comprimido.  Con una bomba se les echaba aire y luego de oprimir un dispositivo ellos se movían hasta donde les llevara su reserva.
¿Sabes cómo es posible que tú te puedas mover, actuar, pensar y hacer tantas cosas sin detenerte por tanto tiempo? ¿De dónde procede tu fuerza y quien activa el mecanismo para que cada amanecer te incorpores de tu cama para continuar con tus planes y sueños? ¿Puedes tu ayudar alguien a impulsar su vida, o es posible que tú seas quien logre hacer la diferencia en la vida de alguien con tus acciones y tus decisiones?
Jesús nunca dejo de negar que toda su labor, toda su fuerza, todo su amor, todos y cada uno de sus pasos eran propulsados por el amor,  la fuerza,  la presencia y el plan de Dios, su padre.  “Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo”. Jesús no se detuvo, no se le agoto la fuerza recibida del Espíritu de Dios aunque la compartió con todo quien se cruzó en su camino. Jesús no le negó a nadie, ni siquiera a quienes se resistieron a creer en Él, la oportunidad de ser movidos a una vida de libertad, de amor, de paz, de caridad, de  verdad plena y sincera.   Es más, Jesús mismo infundió en muchas ocasiones a sus apóstoles  y a quienes se cruzaron en su camino, el soplo del Espíritu Santo para que pudiesen vencer el temor, levantarse de la oscuridad, fortalecerse sobre la presencia del enemigo, vencer las ataduras, y sobreponerse a la oscuridad de la muerte.  Y Jesús les dijo: Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.
Serán muchas las páginas de un libro más son cada una de ellas las que lo forman y le dan su razón de ser. De igual manera,  lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo. Pues todos nosotros, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu.  Por ello, que tu oración no deje de soplar la vida, el deseo, el amor y la paz del Espíritu de Dios en cada palabra y plegaria.  Que no dejes de buscar ese soplo divino y esa fuerza en la palabra de Dios. 
Permite que al igual que Jesús, el Espíritu de Dios impulse tu vida,  sea la cuerda, la batería, el aire comprimido, la vida misma que empuja tu existencia y dirige tu alma, tu mente y tu corazón.  Descubre en lo invisible del Espíritu De Dios, lo visible de su fuerza que sostiene, apoya y otorga vida. Permite que al igual que Jesús,  tú seas el juguete de Dios en manos de Su Espíritu. Recuerda que si Dios  retira su aliento, tú expiras y vuelves a ser polvo; más si envía su espíritu, te recrea, y tú rehaces la faz de la tierra.
Que el Espíritu Santo se derrame sobre tu cabeza para iluminarle y apartarte de la oscuridad personal.  Y que tu vida sea envuelta con la llama del Espíritu Santo y  su fuego te transforme, quemando lo impuro, falso, triste y débil por lo verdadero, cierto, alegre y perdurable.  
Bendiciones

Juan (20 19-23)



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