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INSCRIBE TU NOMBRE PARA AMAR

Paz y bien hermanos.

Hay una fuerza que arrastra todo en la naturaleza.  El día es arrastrado por la noche y la noche por el día, el hombre por la hermosura de la mujer y ella por la fortaleza del hombre.  El ave por el alimento, los peces por la fuerza de una corriente  que los arrastra por la vida y por el deseo incontrolable de morder la carnada en el anzuelo.  La fuerza del ayer arrastra la mente hacia los recuerdos y el hoy hacia los sueños, Hay una fuerza que arrastra la humanidad hacia el dinero, la diversión, la comida y todo lo que es lujoso y bueno.  Hay una fuerza que la arrastra hacia los espejismos del desierto y la mentira, y el odio y el engaño.  
¿Te has dado cuenta que hay un pensamiento que se repite a menudo en tu mente, y es el quien te arrastra la mayor parte del tiempo? ¿Qué te atrae, empuja o conmueve más, el llanto del niño, la tristeza y soledad del viejo o la muerte del joven inexperto? ¿Qué es más grande en tu interior, la fuerza del cambio por hacer el bien, o la fuerza por lo oscuro, lo placentero, lo que te satisface en el momento?
Pablo dijo que la fuerza que lo movía eran las marcas de Jesús en su cuerpo, la gracia de nuestro Señor Jesucristo. Los apóstoles fueron enviados por la fuerza de Jesús y movidos por el amor a su misión.  ¡Poneos en camino! Mirad que os envío como corderos en medio de lobos. No llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias; y no saludéis a nadie por el camino. Cuando entréis en una casa, decid primero: “Paz a esta casa”. Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros.
La fuerza de muchos a través de los tiempos ha sido que se les  ha dado el poder de pisotear serpientes y escorpiones y todo poder del enemigo, y por ende, nada les hará daño alguno.  Mas la verdadera fuerza de Dios que se ha dado a la humanidad es la alegría de saber que sus nombres están inscritos en el cielo.
El pecado también es una fuerza que cual llovizna aparece de repente en la tentación y quien no se protege sucumbe ante la tormenta que le sigue, que arrastra en su caudal y en ocasiones, no permite que quien está siendo arrastrado pueda salir de su cauce aunque lo desee. Y es que la fuerza del pecado viene de la debilidad del hombre. Viene de los deseos de la mente, de la llovizna del subconsciente, de lo que se desea, se anhela, se busca, se codicia.  Jesús ayuno para debilitar su cuerpo y reganar control sobre la tentación, la carne, la fuerza del mal en la vida humana.  Jesús oro para recibir la fuerza de Dios sobre su vida y poder vencer los ataques continuos del enemigo.  Jesús actuó sobre el mensaje y la tarea que Dios le dio, para debilitar la presencia de la fuerza del mal sobre la vida de todos los que pasaron por su senda y aceptaron cambiar sus vidas, sus caminos, su oscuridad.   Es Jesús la nueva vida, es Jesús el único camino y es Jesús la luz de la verdad.    Que si eres arrastrado, sea por la fuerza de Dios, por el Amor de Cristo, por el fuego de vida del Espíritu Santo.  Que anheles con toda tu mente y tu corazón ser una criatura nueva en Cristo Jesús, para que la fuerza de su amor sea más fuerte que la fuerza fascinante y atractiva del mundo.
Bendiciones

Lucas (10,1-12.17-20)



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