ESFUERZATE POR SER LUZ
Paz y bien hermanos.
El discípulo preguntó: maestro ¿qué debo hacer para no quedarme molesto? Algunas personas hablan demasiado, otras son ignorantes. Algunas son indiferentes. Siento odio por aquellas que son mentirosas y sufro con aquellas que calumnian.
¡Pues, vive como las flores! - advirtió el maestro.
¿Y qué es vivir como las flores? - preguntó el discípulo.
Pon atención a esas flores -continuó el maestro, señalando unos lirios que crecían en el jardín. Ellas nacen en el estiércol, sin embargo son puras y perfumadas. Extraen del abono maloliente todo aquello que les es útil y saludable, pero no permiten que lo agrio de la tierra manche la frescura de sus pétalos. Es justo angustiarse con las propias culpas, pero no es sabio permitir que los vicios de los demás te incomoden y te afecten. Los defectos de ellos son de ellos y no tuyos. Y si no son tuyos, no hay motivo para molestarse. Ejercita pues, la virtud de rechazar todo el mal que viene desde afuera.
¿Se transforma tu carácter ante los problemas? ¿Te encuentras ante imprevistos que te alteran? ¿Tienes una meta que no puedes cumplir?
Así mismo, el Cristiano a pesar de la miseria humana, de su dolor, su enfermedad, su pobreza o su situación, extrae toda fuerza y toda esperanza en el gozo de saber de qué su vida y su interior anhela el nacimiento de Jesús, y sin poderle ver, ya lo acaricia, ya lo vive, y lo celebra, porque la promesas de Dios, siempre se han cumplido.
La segunda semana de Adviento, invita no solo a encender la vela de la esperanza y la de la persistencia, sino que también te convoca a iluminar tu corazón y tu mente con el perfume de María madre, que sin haber concebido, acariciaba su bebe, soñaba con él, porque había decidido que nada se lo quitaría, ni la apartaría de él, porque su plan era el de Dios y su esfuerzo diario era vivir para que nazca y sea lo más lindo posible, sin importar el sacrificio y el esfuerzo que tuvo que hacer.
«Una voz grita en el desierto: "Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos."»
Tú que escuchas, que respiras, que vives, prepara tu vida para las promesas de Dios, y no quedaras defraudado. Su plan es eterno y lo respalda su amor por ti, por tu existencia.
Alejate de la crítica y del que te critica. Como las flores, saca de tu miseria humana la gracia de Dios para dar frutos. Enciende una segunda vela de adviento en tu alma y tu corazón, y no permitas que nada la ataque. Quedate con el gozo de la promesa de Dios, y alimenta el fuego interior con un propósito honesto y una respuesta sincera al plan de Dios.
Bendiciones
Mateo (3 1-12)
Yorumlar