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ENDEREZATE

Paz y bien hermanos.

En el jardín de la abuela, un pedazo de madera enderezaba la planta que desde joven empezaba a torcerse. En el hogar de nuestros padres, las instrucciones y reglas rectificaban nuestros errores, y enseñaban a no desviarse del camino, ni perder de vista los principios. En el lugar de trabajo, los errores se pagan caro, en algunas ocasiones hay una segunda oportunidad para rectificar, corregir y mejorar, en otras es demasiado tarde. ¿Qué lecciones de vida tienes, que hayan corregido y enderezado tu camino? ¿Si pudieras enseñarle algo a alguien, que sabes le beneficiara en mejorar su existencia, que es eso que enseñarías? ¿Piensas que el temor es el causante de tus errores en tu vida o cual es la principal razón para ellos?

Jesús, vino para abrir los ojos al ciego, enderezar a los que ya se doblan, amar a los justos, guardar y proteger a los peregrinos. Con sus acciones, Jesús invitó a todos a ser fuertes, a no temer. A Mirar a Dios con la esperanza de que traerá el desquite a tu vida, vendrá y te resarcirá y te salvará.

Jesús vino para invitarte a abrirte, para que Él con su mano pueda ingresar a tu interior y gritar “Éfeta”, “Ábrete” y devolverte la claridad al oír, al ver, al caminar, al actuar, al pensar. Jesús solo espera a que tomes la decisión de permitirle a Él a acercarte a tu existencia y tomarte de tu mano para apartarte, ungirte, y poder así trabajar contigo y con tu problemática de vida.

Como en el jardín de la abuela, el viento vendrá y te arrancara de tu madero, para que caigas de nuevo. La abuela entonces levantaba la planta de nuevo, pero esta vez la ataba y el viento y la tormenta regreso más la planta nunca más cayo. Agarrate de la cruz, del madero, hacete, afirmate, amarrate, entrelazate, enredate a Jesús, para que no vuelvas a caer.

Como en el jardín de la abuela, el otoño vino y se robó la belleza del jardín, el invierno entro y lo seco todo, quito vida, mas con las lluvias todo reverdeció y en la primavera todo floreció y regresaron los frutos. No permitas que las estaciones de la vida te vuelvan a alejar de la esperanza de volver a florecer, de volver a dar fruto. Vendrán épocas tristes, secas, frías, de soledad, o de angustia, mas quien mantiene la mirada fija en Dios, en su palabra, en la oración, soportara los crudos tiempos y sobrevira, resurgirá, se mantendrá derecho, erguido y prosperara una vez más.

Que cuando caigas, sea para arrodillarte y reconocer el poder de Dios en tu vida. Que cuando te inclines o tambalees, sea para ayudar a otros a no caer, a no extraviarse, a no sucumbir. Que como en el jardín de la abuela, permitas a Jesús ingresar en el tuyo, para podarte, trabajarte, abonarte, fertilizarte, y darte una mirada de confianza, de paz, de alegría. Endereza hoy tu vida para que puedas aguantar más fácilmente el peso de los frutos de tu esfuerzo, tu sacrificio, tu lucha, tu empeño, tu deseo por ser feliz y hacer a los demás felices también. Éfeta, ábrete, para que puedas oír a quien antes no escuchabas, ver a quien no veías, entender lo que no comprendías y amar a Dios a quien rechazabas.

Bendiciones


Marcos (7 31-37)



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