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EL MAR DE LA ENMIENDA

Paz y bien hermanos.

Hay olas que van y vienen y parece que nunca llegan a morir a la orilla del mar. Sus gotas de agua se niegan a ser arrastradas, a desaparecer. Hay olas que son empujadas hacia adelante y a hacia atrás y se quedan estancadas donde están. Son como las páginas de un álbum de fotos que traen memorias que no se pueden borrar y a las cuales volvemos una y otra vez sin cesar. O como el baúl de los recuerdos que alberga en su interior tantas cosas, la mayoría de ellas que ya no las podemos ni volver a usar. Hay olas que aunque tocan tu cuerpo no se lo pueden llevar, aunque mojen tu vida, no la pueden transformar, aunque te arrojen con su fuerza se romperán en su intento y no volverán. Hay olas que empujan y cambian, hay olas que mojan y refrescan. ¿Cuántas cosas en tu vida reconoces que vienen y van y a pesar de los años, no perecerán? ¿Cuántas vidas tocas con tus pensamientos, tus palabras y tus acciones y cuantas de esas vidas arrastras contigo cual ola del mar? ¿Qué eventos han sido ola que transforma tu vida y cuales desearías haber evitado o poder reparar?

Jesús es la ola de Dios que empuja a cada ser humano hacia el padre, quien hoy os ha quitado de encima el oprobio. Jesús es la gota de agua del mar de la vida que viene a refrescar los agobiados, afligidos y descarriados, para despertarles al mensaje de salvación, para invitarles a contemplar a Dios para que queden radiantes y su rostro pierda la vergüenza. Porque quien invoca a Dios es escuchado y salvado de sus angustias.

Jesús viene a reconciliar sin pedir cuenta de los pecados, a arrastrar con sus olas todo lo malo de la persona hacia Él para que se mezcle con la arena del mar y se sumerja en la oscuridad de donde vino. Jesús viene a agitar la vida interior de todos, quienes abren sus corazones a su fuerza misericordiosa, y así cambiar la tristeza por alegría, la mentira por verdad, el odio por amor, la angustia por paz, la esclavitud por libertad, el conocimiento por sabiduría, la prepotencia por humildad, la seguridad por tranquilidad, la muerte por vida, el pecado por el perdón.

Jesús seguirá siendo el mar de la humanidad, donde todo quien desee sumergirse en sus aguas lo podrá encontrar, donde todo quien se bautice sanará, donde todo quien permita que su miseria humana sea arrastrada y dejada definitivamente en la arena de la playa para nunca más regresar, será libre para siempre. Jesús te invita a ser mar, a ser ola de perdón, donde puedas transformar tu alma, tu mente y tu corazón con su fuerza y a sanar con tu presencia, las vidas de quienes tocan tu existencia, de quienes cruzan tu camino, de quienes viven en la oscuridad.

Jesús, dejo escrito en la arena un mensaje para ti, que ni el tiempo, ni las olas podrán borrar. Escudriña la palabra de Dios y busca con ahínco vivir aquello que Jesús ha dejado prescrito para tu vida. Llena tu día de olas de oración, que agiten tu interior, que sanen, que alivien, que soplen cual brisa del mar, la vida que Dios busca entregarte. Jesús te invita a regresar a Dios y a decirle: “Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo”. Y Dios te tomará de la mano, te revestirá de perdón, te ungirá con su gracia, te abrazará como la ola refrescante y te llevará a través del mar de la salvación para purificarte y ayudarte a enmendar tu vida y la de quienes hayas lastimado.

Bendiciones


Lucas (15 1-3. 11-32)



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