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EL DESIERTO UNIFICA

Paz y bien hermanos.

Cuando llegas al parque de diversiones te encuentras gran cantidad de gente delante de ti que desea vivir algo parecido a lo que tú buscas. Cuando llegas a la capilla, a la iglesia, a la conferencia para familias, al retiro, te encuentras con un grupito de personas que te acogen y nadie delante de ti y pocos que buscan vivir lo que buscas. Cuando llegas al teatro, al cine, al circo, las filas de personas delante de ti te obligan a esperar, a perseverar y a no irte, porque tienes la esperanza y la certeza de que lograras entrar.

¿Para qué cosas harías fila, esperarías y no te irías? ¿Qué cosas no merece la pena esperar, o cuales es mejor posponer para otra ocasión? ¿Cuáles son los tres ingredientes principales para que logres tu felicidad?

En los hospitales, en la zona de emergencia, hay siempre una gran cantidad de personas que esperan muchas horas hasta que logran ser atendidos. Su enfermedad y la defensa de su propia vida les obligan a quedarse. En los colegios y universidades, se hallan grandes filas de carros que transportan los estudiantes y que poco a poco se disuelven hasta la hora se salida nuevamente. Hay cosas que las personas toleran por alguna razón, que no lo hacen por otras. Hay actos que las personas realizan frente a ciertas circunstancias que no aplican a otras. Hay palabras que las personas usan para cierto grupo de personas y situaciones, que no las expresan para otras. Hay quienes bendicen los alimentos en casa más no en la calle. Hay quienes ayudan a los de su grupo cristiano, mas no a los de otro. Quienes donan su tiempo para servir aquí mas no allí. Quienes miran con misericordia a quien está en el hospital o la cárcel, más no a quien pide en la calle o duerme en la acera. Hay quienes se visten de lino o con un título o con un poder o con un arma, mas andan desnudos en sus familias, en sus pensamientos, en sus acciones, en su interior.

Jesús inicia su misión en el desierto. Jesus vino para vivir no como hijo de Dios sino como hermano de todos, no como pastor de unos sino de todos, no como predicador sino como amigo, consejero, evangelizador. Jesús no tuvo camellos, propiedades, equipos, salarios, ni sucursales de su ministerio. No dividió las ovejas entre sabias y brutas, entre honestas y mentirosas. Jesús no escribió ninguna carta, ningún evangelio, no dicto conferencias sobre cómo construir ministerios. Mas si advirtió que el enemigo dividiría su iglesia, confundiría las mentes, crearía enemigos dentro de la misma familia de Dios, hijos contra el padre, contra la madre, contra la misión. Conflictos, guerras, luchas por el poder y la verdad, ataques.

Jesús empezó su vida y termino su vida con el mismo mensaje: «Se ha cumplido el plazo, está cerca el reino de Dios: convertíos y creed en el Evangelio.»

Hoy Jesús sigue esperando a que sus hermanos se conviertan, se unan, crean en un solo evangelio y le sigan como el Pastor que puede guiar al rebano, hacia Dios Padre. Ora, estudia la palabra, practica y vive la fe, sacrifica tus ideologías y ambiciones personales para que cuando Cristo vuelva, nos encuentre reunidos.

Bendiciones


Marcos (1 12-15)



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