EL ABRAZO MISERICORDIOSO
Paz y bien hermanos.
En una terapia de personas con problemas, el círculo de aproximadamente 20 mujeres y un hombre, una de ellas mencionó que su problema era el alcohol, narró su historia y entonces se paró en el centro del círculo. Quienes desearon, fueron uno a uno a abrazarle y a llorar con ella. Entonces otra dijo que su problema era el saber donde vive su madre y no poder ir a abrazarla porque ella la abandonó desde muy pequeña y no quiere saber de ella. Otra persona relató los abusos que ha sido sometida por el vecindario por tener problemas de género. Otra mujer mencionó que la botaron del trabajo por estar embarazada y que tenía otra niña de cinco años en casa. Una mujer bastante joven relató como nació con una enfermedad del sistema linfático y ha pasado por 24 cirugías habiendo quedado ciega en la última y ahora le acaban de detectar cáncer en los senos. El único hombre relato como su mujer lo golpea, lo amenaza, le dice que mejor estaría muerto y él le tiene miedo y necesita ayuda. Cuando habían compartido sus dolores y entrelazado sus penas en medio del llanto, los abrazos y palabras de aliento, entonces la mujer invidente les dijo: “les invito a que vean la vida con amor, a que la vivan al máximo porque aunque no la pueda ver más, aunque las enfermedades me ataquen, la vida es lo más hermoso que podemos tener” Cuando ella se puso en pie acompañada por una persona que la asistía, corrieron hacia ella todos y la besaron y la abrazaron y allí, como una bola gigante compartieron su dolor, su pena y también la lluvia de amor y de alegría que nació de aquellos testimonios. ¿Puedes ver en medio de la oscuridad de tus días, la luz de la vida, la paz y el amor que ella transpira? ¿Eres de los que ve el vaso vacío o de los que ve el vaso medio lleno? ¿Qué tan lejos te hayas de los que sufren, de los que necesitan, de los que claman, gimen o lloran?
Jesús, vino a compartir con el mundo y con sus apóstoles, estos y muchos otros sufrimientos. Vino a escuchar y a abrazar, a oír y a apoyar, acompañar, levantar y sanar. Vino Jesús, a buscar al perdido para orientarlo, a buscar al herido para sanarlo, a buscar al ciego para iluminarlo, a buscar al sordo y al mudo para liberarlos. Vino a romper las cadenas y sacar de las fosas a los oprimidos. Vino a resarcir a quien no ha podido dar fruto y a fertilizarlo para que no sea cortado, eliminado, sino más bien convertido, transformado y de frutos abundante. Es Jesús compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia; como se levanta el cielo sobre la tierra, se levanta su bondad sobre sus fieles. Si lo permites, Jesús removerá la maleza de tu vida, ahondará en tu ser para fertilizar, fortalecer y estimularte, dándote una vida completamente nueva, hasta ahora para ti desconocida e inimaginable.
Jesús y sus apóstoles rodearon las multitudes, abrazaron sus vidas, lloraron, compartieron, levantaron y besaron el sufrimiento ajeno. Quien se acoge a la misericordia de Dios, será sacado de las tierras baldías, áridas y de esclavitud, para ser llevado a una tierra fértil y espaciosa, tierra que mana leche y miel.
Jesús es el testimonio de sufrimiento que abraza todo dolor, toda pena, todo fracaso, toda derrota. Es su sacrificio una invitación para ti a levantarse del pecado y a luchar para salir de su fosa, de su encierro. Abraza la palabra de Dios diariamente, acogela, y alimenta tu vida con su enseñanza, para que en tu oración encuentres el abrazo de Dios que viene a reunirse contigo diariamente para regalarte su divina misericordia.
Bendiciones
Lucas (13 1-9)
コメント