DESATA TU PLEGARIA
Paz y bien hermanos.
Si no se desamarra el barco del puerto, y se levan ancla no importa que tan potente sean sus motores, el barco no avanzara. Si no se saca la basura que hay en el garaje de la casa, no se podrá meter el bien costoso carro. Si no se cava en el sitio correcto no se hallará el tesoro y si no se conoce lo que se busca, posiblemente se encuentre y se deseche por no conocerle. De igual manera el hombre está dotado de un cerebro e inteligencia prodigiosa, que no sirve de mucho mientras tenga su vida anclada o atada a los malos pensamientos, los vicios, los malos hábitos, las ideas oscuras y erróneas. De igual manera el ser humano posee grandes tesoros en su interior que requieren al hombre ingresar a conocerse a sí mismo y explorarse para darse cuenta de cuanta riqueza hay almacenada en su interior.
¿Ha explorado tu mente, tu corazón, tu ser internamente y has podido encontrarte a ti mismo?
¿Has podido encontrar el transmisor que hay en tu interior que te permite hablar con Dios y recibir sus mensajes? ¿Crees que eres valioso o solo crees que eres y nada más? ¿Si sabes que eres valioso, como usas tu fortuna?
Jesús salió por los caminos para desatar a muchos que anclados en el desierto de un pueblo errante cientos de años atrás, eran también esclavos de sus ideas y conceptos y de sus estudios y conocimientos y no podían ver a Dios en Jesús, ni tampoco en el prójimo a quien abusaban. Jesús está orando día a día por ti, más su oración no te moverá a menos que desates tu vida del orgullo, el egoísmo, la mentira.
Jesús vino a ser motor de todas las vidas, ser luz de toda mente, ser fuego de amor y paz de todo corazón. Mas muchos permanecieron anclados a su pasado, sus expectativas, su ideología y nada los movió. No sanaron, no cambiaron. Jesús oro diariamente por su misión y todos quienes se cruzaron por su camino, más ni el agua de la lluvia sanadora, ni el sol de vida, ni el viento del amor, toco las ropas, cuerpos o vidas de quienes Vivian muertos, de quienes tenían fe en la letra mas no en Dios, de quienes sintieron miedo o envidia por su poder y su santidad.
Dios, no desdeña la súplica del huérfano, ni a la viuda cuando se desahoga en su lamento. Quien sirve de buena gana, es bien aceptado, y su plegaria sube hasta las nubes. La oración del humilde atraviesa las nubes, y no se detiene hasta que alcanza su destino. No desiste hasta que el Altísimo lo atiende. Que tu oración sea así, humilde, sincera y llena de fe. Que no se detenga, que no esté vacía. Que la palabra de Dios no sea letras y palabras sino vida, promesas y esperanza y te desate para que te muevas a vivirla y compartirla.
Bendiciones
Lucas (18 9-14)
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