CORRIGETE, Y HALLARAS TU TESORO
Paz y bien hermanos.
Un avaro vendió todo lo que tenía y compró una pepita de oro que enterró en un hoyo al lado de un viejo muro. Todos los días iba a visitar el lugar. Uno de sus empleados se percató de las frecuentes visitas del avaro al sitio y pronto descubrió el secreto del tesoro escondido, y cavando, dio con la pepita de oro y la robó. El avaro, en su siguiente visita, se encontró con el hoyo vacío y comenzó a tirarse del pelo y a proferir lamentos. Un vecino, al ver su dolor y adivinar la causa, le dijo: “¡No lleva a nada el lamentarse! Ve, trae una piedra, métela en el hoyo y simula que el oro aún sigue ahí. Te hará el mismo servicio, pues cuando el oro estaba ahí era como si no lo tuvieses, ya que nunca hiciste el más mínimo uso de él”
¿Cuánta de tus riquezas personales yacen enterradas, sin uso, sin provecho para ti o para quienes amas? ¿Cuántas de las lecciones y enseñanzas de vida que has recibido realmente sigues o usas y cuales has enterrado? ¿Has podido encontrar un tesoro en la corrección y en los cambios que has hecho en tu vida o vives todavía como si estuvieses enterrado y contigo el gran tesoro que hay en ti?
La humanidad hoy día continúa enterrando los tesoros y viviendo en la miseria. Dios se ha ofrecido a vivir entre ellos y compartir la senda de la vida y ha sido rechazado en muchas maneras no solo Él sino también su hijo Jesús. Porque quienes dicen amarle lo ocultan como una piedrita de Oro para que nadie sepa que le conocen. Porque quienes le han seguido le han dado la espalda en algún momento de su caminar por el desierto y han decidido hacer su vida sin Dios. Porque algunos tienen a Dios como esa piedra enterrada y no como lo que es Él, el tesoro. Por eso Jesús dice: “Alejaos de mí todos los que obráis la iniquidad”. Allí será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abrahán, a Isaac y a Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, pero vosotros os veáis arrojados fuera. Y vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y se sentarán a la mesa en el reino de Dios. Mirad: hay últimos que serán primeros, y primeros que serán últimos”.
No rechaces la corrección del Señor, ni te desanimes por su reprensión; porque el Señor reprende a los que ama y castiga a sus hijos preferidos. Ninguna corrección resulta agradable, en el momento, sino que duele; pero luego produce fruto apacible de justicia a los ejercitados en ella.
Por eso, fortalece tus manos débiles, robustece tus rodillas vacilantes, y camina por una senda llana: así el pie cojo, no se retuerce, sino que se cura.
Encuentra el tesoro escondido en la palabra de Dios y desentiérralo hoy, para enriquecer tu vida y la de todo quien se cruce por tu vida diaria. Sumerge tu mente en la oración diaria, para que reprendas los malos pensamientos y malos deseos, y reprendas tu vida de todo aquello que te robara el gran tesoro que Dios ha puesto en tu corazón. Esforzaos en entrar por la puerta estrecha, pues os digo que muchos intentarán entrar y no podrán.
Bendiciones
Lucas (13,22-30)
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