APRENDER A CONDUCIR LA VIDA
Paz y bien hermanos.
Cuando alguien inicia el aprendizaje de conducir un vehículo, no se le instruye acerca de lo que por su propia iniciativa e interés ya debería de saber. Las señales de transito es lo primero que el individuo debe de haber aprendido antes de encender el vehículo y asi poder hacer uso de ellas. De igual manera, el individuo que es prudente buscará formas de aprender a cambiar una llanta, una batería, el aceite del vehículo y por su puesto agregar combustible o electricidad a su vehículo. La vida no te da todo, sino solo aquello por lo que tu trabajas o por lo que tu luchas. Es como un árbol frutal, no te dará nada a menos que lo siembres y que recojas la fruta.
Jesus vino para instruir los corazones, mente y vidas de la humanidad. Mas no hará nada para darte la fe, o impulsarte a ser bueno, o servicial o atento y cordial. Si tu no lo deseas y no lo trabajas, pues no lo tendrás. Jesus te enseñara a conducir el vehículo de tu vida a través de valles, montanas, desiertos y tormentas y te instruirá sobre como llevar tu vida al amor, la paz y la felicidad.
¿Conoces las reglas de conducción y la mecánica básica del vehículo y haces uso de ellas? ¿Abandonas lo que no entiendes o buscas respuestas sin darte por vencido? ¿Si el medico te receta lo que te sanará, lo tomas o lo ignoras?
Hay tres consejos básicos para quienes desean aprender a conducir su vida:“
Primero: “Por eso, no estéis aturdidos, daos cuenta de lo que el Señor quiere. No os emborrachéis con vino, que lleva al libertinaje, sino dejaos llenar del Espíritu.”
Segundo: “Guarda tu lengua del mal, tus labios de la falsedad; apártate del mal, obra el bien, busca la paz y corre tras ella.”
Tercero: «Los inexpertos que vengan aquí, quiero hablar a los faltos de juicio: «Venid a comer de mi pan y a beber el vino que he mezclado; dejad la inexperiencia y viviréis, seguid el camino de la prudencia.»»”
Que la sabidurida de Dios te ilumine y guie a una vida alimentada por la oración diaria y fertilizada con la palabra de Dios, para que te conduzca a la senda de Dios, a la paz interior, al amor al prójimo, al servicio hacia los demás y a una vida plena y llena de la presencia de Dios.
Que aprendas a conducir tu vida hacia Cristo y con Cristo y entenderás: “El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él.”
Bendiciones.
JUAN (6 51-58)
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