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APRENDE A NADAR HOY

Paz y bien hermanos.

Bajo las aguas del mar, se mueven sin límite ni fronteras peces grandes y chicos, y toda clase de animales submarinos que comparten un mundo acuático, elástico, cristalino, amable y lleno de vida y libertad. Ellos migran empujados por las corrientes submarinas y viajan a través de su mundo, para servirle y alimentarle. Afuera de sus aguas, arriba de su cielo, hay otro mundo, el de los humanos que los mira, les visita y les usa y también abusa. Para ellos, su visita puede ser aterradora, y la mayoría de seres que habitan bajo los mares se oculta y escapa de la mirada de los hombres.

¿El ámbito donde te mueves es amable, cordial, sincero y reconfortante o quienes te rodean viven con temor, tristeza o zozobra? ¿Es el mar de tu vida claro, cristalino, proveedor, santificador y sin fronteras, o es tu mar oscuro, tenebroso, egoísta y cerrado? ¿Puedes navegar cada día de tu vida con la certeza de que no solo llegaras a tus metas, sino que muchos otros junto contigo podrán hacer lo mismo?

En las aguas de nuestras vidas terrenales Jesús nos ha visitado para hacernos este llamado hace ya más de dos mil años: "Compórtate reconociendo el momento en que vives, pues ya es hora de despiertes del sueño, porque ahora la salvación está más cerca de nosotros que cuando abrazamos la fe. La noche está avanzada, el día está cerca: deja, pues, las obras de las tinieblas y ponte las armas de la luz".

Porque el día en que Noé entró en el arca; y cuando menos lo esperaban llegó el diluvio y se los llevó a todos; lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del hombre: dos hombres estarán en el campo, a uno se lo llevarán y a otro lo dejarán; dos mujeres estarán moliendo, a una se la llevarán y a otra la dejarán. Por tanto, estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor.

Jesús vino a enseñarte a nadar en el mar espiritual para que puedas navegar sus aguas junto con Él. Jesús, preparo tu camino y nos visitó entonces y nos visita aun hoy. Nos podemos acercar sin temores, porque en El, el mar de nuestra vida se calma, se mueve con paciencia y esperanza, se agita con caridad y amor, se impregna de la sal y la luz del mundo. En sus aguas de oración, nos ungimos de paz y de perdón, de consuelo y fortaleza y sanamos las heridas de la mente y del corazón. En sus olas somos empujados hacia la palabra de Dios que nos mueve de un lugar de bendición y dirección a otro de inspiración y de acción para llevar su presencia a todos los rincones del mundo, para dejar en cada playa sus huellas y en cada mente y corazón su abrazo y su invitación. Aprende a nadar hoy en las aguas de esperanza, verdad, amor y vida de Dios, para cuando El venga, ya te encuentre preparado.

Bendiciones


Mateo (24,37-44)



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