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ANCLADO POR UN ANZUELO

Paz y bien hermanos.

Con un simple globo, una sonrisa, un lápiz de colores, te ganas el abrazo de un niño. Cuando extiendes tu mano para ayudarle, te ganas un compañero del camino, un corazón puro para la vida, un amigo eterno. No se necesita ni dinero, ni joyas ni títulos para heredar la riqueza que hay en la vida de los niños, para enriquecer tu miseria humana con la riqueza de su amor y su compañía.

¿Qué alimenta tu existencia que no sea el pan? ¿Qué te fortalece y te anima, que no sea alimento? ¿Crees que puedes darle a alguien alegría, riqueza, fuerza con solo tu presencia y tu buen corazón? ¿Qué haces en tu vida diaria para que otros tengan vida también?

Hay muchos espejismos en el cerebro humano, como lo es el anzuelo en el agua para el pez. Se agita en tu mente prometiéndote placer, alegría, alivio, gozo, paz, emociones fuertes, sensaciones inolvidables. Mas cuando muerdes la carnada, ganas poco comparado con todo lo que pierdes. Aquellos minutos que ganaste con alegría, te esclavizara y tendrá tu vida atada al anzuelo hasta que un día te quite la vida.

Es que toda la humanidad está en busca del máximo placer, como un pez busca la carnada sin saber lo que le espera. En busca de riquezas, fama, títulos, o sueños y quimeras. Las personas se enamoran de la magia, de la alegoría, de lo fantástico y sacrifican su vida para obtener como el pez, aquello que pensaron cambiaria su vida para siempre. Se engañan a sí mismos con inmoralidades, indecencias, injusticias, y acciones inhumanas, justificando que el fin justifica los medios. Un día su barco de la vida cargado de tesoros, dichas y alegrías naufragara frente a las costas de los días, y la alma prisionera, el corazón herido y la mente trastornada morirán sin remedio por falta del verdadero alimento, de la verdad, de la paz, del amor, por falta de la vida misma.

Quien no conoce el verdadero alimento tendrá hambre mañana otra vez. Su mente se alimenta a diario de la mentira, del placer, del engaño, de la oscuridad. El anzuelo que ha mordido no le permitirá buscar el alimento verdadero en la otra orilla del rio de su existencia. Jesús llega a la vida de toda la humanidad, no para quitar el hambre cotidiana, sino para alimenta el espíritu que desfallece y perece. Jesús extiende su mano hacia la humanidad para que ella como los niños, corra a su encuentro y busquen caminar con Él, el resto de sus vidas.

Jesús puede multiplicar el pan y el pescado de tu alacena, más que ganarías con ello si eso mismo puedes tu lograr con solo trabajar. Jesús, más bien busca multiplicar el pan espiritual y ensenarte a pescar la felicidad, la paz, el amor para que nunca te falten y se multipliquen tanto que logres tener en abundancia para que como El, llenes la vida de otros del amor de Dios. Que al final de tu día, puedas recoger los pedazos que han sobrado, para que nada se desperdicie.

Jesús te sonríe cada mañana, corre a su encuentro y abrazalo por el resto de tu día, para que como sus discípulos recibas no solo tú alimento diario, sino el motivo principal para ser tú el alimento para tu familia y para otros a lo largo de tu día.

Con confianza pídele a Dios: Que no caigas preso de tus propios deseos y pasiones. Que no engañes tu vida con lo superfluo y o material. Que puedas comer todos los días de la mesa de la verdad, la paz y la alegría que Él pone frente a ti todos los días.

Bendiciones


Lucas (9 11b-17)




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