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AHORROS ETERNOS

Paz y bien hermanos.

El niño deposita sus monedas en su alcancía y con una sonrisa mira con optimismo, que se aproxima con cada una de ellas, el juguete, el dulce, el juego que desea comprar con sus ahorros. Sacude su chanchito, para sopesar que tan lleno esta y al sonido de las monedas sabe cuántas hay. Cuando hay un propósito que alegra, una meta que enamora, es más fácil ahorrar, es más fácil comprometerse y más fácil empezar a caminar hacia el objetivo. ¿Qué propósitos o metas te levantan en cada mañana y te impulsan a mover tu vida? ¿Cuánto tienes ahorrado en tu alcancía para conquistar algún día la paz, la alegría, la salud, la armonía, el amor? ¿Hay algo en tu vida que te ha robado tus ahorros y esfuerzos evitando que llegues a lo prometido, lo propuesto, lo anhelado?

Jesús no escatimó un solo paso, un solo día de su vida, un esfuerzo, un sacrificio, con tal de poder llevar el mensaje de su Padre a todos los rincones de la tierra. Por eso “lo que el Señor quiere prosperará por su mano. Por los trabajos de su alma verá la luz, el justo se saciará de conocimiento”. Jesús ahorro por 33 años, sueños, experiencias, enseñanzas, sacrificios, oraciones, esfuerzos, experiencias, luchas, bondad, humildad, comprensión, misericordia, y amor, para poder repartirlo por el resto de su vida entre todos y cada uno de quienes abrieron las alcancías de sus corazones para recibirle, para acogerle, para guardarle en su interior. Quienes le vieron repartir los ahorros de toda su vida entre pobres y ricos, justos y pecadores, buenos y malos, honestos y ladrones, pudieron con seguridad decir: “Nosotros aguardamos al Señor: él es nuestro auxilio y escudo. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti”. Hazte el firme propósito de ser una persona bondadosa, humilde, amable, cariñosa, comprensiva, honesta, leal, transparente y para ello ahorra día a día en tu alcancía del corazón, palabras que construyan, que amen, que abracen, que bendigan, que sanen, que acaricien y que transporten a quienes las reciban, lejos de la miseria, el dolor, la pena, la humillación, la tristeza, la duda, la inseguridad. Que tus acciones vayan dirigidas a ayudar, a servir, a dar, a apoyar, a entregar “Porque el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por todos”. Así como un día el niño interior abrirá la alcancía y se llenara de gozo y felicidad al encontrar en ella quizás más de lo que necesita para comprar su sueño. Y entonces pondrá sus monedas de nuevo en su alcancía, la remendará y seguirá ahorrando para lograr algo mejor. Que así mismo tú anheles estar cada vez más cerca de Dios en tus acciones, palabras y pensamientos. Busca tú en la oración la fuerza para no desistir, la alegría para persistir, la confianza para saborear lo que recibirás, la unción para que a pesar de los inconvenientes del día a día, mantengas tu vida cerca de Dios, al lado de Jesús, bajo el amparo de su Espíritu. Sumerge tu mente en la palabra de Dios, para que ella se impregne del cantico de las aves, de la fuerza de los torrentes de agua viva, de la luz que nunca se extingue, de la sabiduría que no se agota, del amor y la misericordia que irrigan los campos del servicio y la entrega. Que como Jesús, llegues al Padre habiendo entregado todos los ahorros de tu vida para que otros se salven, y asi con tu alcancía vacia, halles tesoros en el cielo.

Bendiciones


Marcos (10 35-45)



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