¿A QUE HUELE TU VIDA?
Paz y bien hermanos.
Cuando sales a caminar por el campo, la ciudad, o algún sitio turístico, sabes al percibir el aroma del pan fresco que hay una panadería a pocos pasos de tu senda. Imaginas los rosales sin haberlos visto solo por la fragancia que emanan, o los jardines o los pinos, los bosques florecidos porque el viento lleva como un mensajero la esencia sutil de su presencia.
¿Te has percatado de algo antes de que suceda? ¿Hay síntomas en tu vida que te anuncian un catarro o una alegría? ¿Adivinas con certeza cuando alguien te miente?
La vida no solo emana el aroma del sudor, del cansancio, de la fatiga, sino también el de la pena, la tristeza, la alegría, la bondad, el amor, la empatía, la esperanza, la armonía, la paz, y el aroma de la vida misma.
Sabes cuándo ha llovido por la tierra húmeda, por el aroma de las plantas, por la brisa agitada, y de tantas otras formas. Así como adivinas si lloverá en la noche o si la noche estará serena, así mismo podrás deducir, si obtienes la gracia divina, si estas siendo ungido, si tu oración ha brotado y está echando raíces.
Jesús es como las madres que nunca abandonan a sus hijos. No importa la distancia, en su corazón aun laten sus vidas, en su vientre aún quedan trazas de su existencia, en sus venas como en sus pensamientos, hay cientos de momentos e instantes que jamás expiran o se alejan. Jesús se fue y aun así se queda. Si, se fue su cuerpo, más su Espíritu queda. Su esencia como el aroma del humo que anuncia que algo se quema, desanda las vidas, los hogares, las rutas, las sendas, las vidas y las mentes de quienes aún le recuerdan.
Jesús esta aun presente en personas que se ofrecen a llevarle donde hay sufrimiento o penas, dolencia, enfermedades o carencias. Jesús late en los corazones de quienes le tocan con su oración, le llaman con su dedicación, le abrazan con su rendición, le acogen en todas sus tareas y faenas. Allí esta Jesús y quien lo recibe, sabe que está presente de alguna manera y le percibe aunque no le vea, porque aquella brisa, aquella mano, aquel rayo de luz, aquella palabra su aroma, su fuerza, su amor, su caricia, su paz lo trae, lo otorga, le acampa y Él se queda.
Jesús le dijo a sus apóstoles, y le dice hoy a quienes como ellos, se entregan a la tarea de llevarlo en todo lo que hacen, piensan y planean, a ellos ha dicho: "Si me amáis, guardaréis mis mandamientos. Y yo le pediré al Padre que os dé otro Paráclito, que esté siempre con vosotros, el Espíritu de la verdad". Jesús se ha quedado entre nosotros como un regalo. Esta presente en quienes lo acogen, le dan morada y lo aman.
Hoy al despertar, extiende tu mano sobre tu frente en el Nombre del Padr
e y llevala a tu pecho, en el nombre del hijo y sobre tu hombro izquierdo en el nombre del Espíritu Santo y finalmente en el derecho, Amen. Inicia con esta señal un dialogo con quien no vez más está presente, con quien no huele más su aroma está latente, con quien no puedes tocar más tu corazón presiente. Esparce con palabras el aroma de tu vida, derrama el llanto de tu corazón, enciende la fogata de la fe, entrega tus armas, conocimientos y respiración a quien con una sola palabra podrá entregarte la más grande unción. Inicia tu día con Dios y deja que sea su existencia, la que cambie tus pensamientos, sentimientos, palabras y acciones, por un jardín de vida, un manantial de amor, un elixir de alegrías y un rio de bendiciones para ti y quienes se crucen por tu camino y tu vida olerá como la de Jesús. Entonces sabréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí y yo en vosotros. Amen
Bendiciones
Juan (14,15-21)
Comments