¿A DONDE CONDUCEN TUS PUERTAS?

Paz y bien hermanos.

Cuando el amanecer abre la puerta de la oscuridad, logra ingresar lentamente en su recinto y llenar cuanto lugar oscuro encuentra. Es entonces que la noche se desvanece, las estrellas se disipan y el nuevo día comienza.

¿Cuál es la primera puerta que abres en cada mañana? ¿Cuándo sales de tu hogar, quedan las puertas abiertas de tu vida, tu corazón y tu existencia para quienes dejas atrás? ¿Qué puertas has decidido dejar aseguradas y cerradas siempre en tu vida?

Algunos animales se bañan en el barro, otros en la tierra, otros en el lago, otros bajo la lluvia. ¿Y tú donde te bañas?

Cada decisión en la vida es una puerta que conduce a la luz o la oscuridad, a lo cierto o lo falso, a lo correcto o lo incorrecto, a lo necesario y a lo deseado.

Jesús trae consigo la llave para todas las puertas de la vida del ser humano. Su llave devuelve la dignidad al ser humano, le invita a seguir la senda que conduce a la vida humana y al respeto y al amor hacia los demás.

Jesús invita a todo ser humano a amar como Él amo. Sacrificando, entregando, sirviendo, iluminando, asistiendo, comprendiendo, siendo honesto, transparente e íntegro.

Cualquier puerta que conduzca a algo diferente debe de dejarse cerrada, debe de ignorarse, debe de alejarse de la senda diaria. Por eso Jesús dice:” Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos. El ladrón no entra sino para robar y matar y hacer”

La lluvia abre la puerta del cielo y deja caer sobre la naturaleza el elixir de la vida. Si la lluvia no abre esa puerta, la miseria cae sobre la humanidad y la tierra misma.

De igual manera cuando el ser humano no abre las puertas que Jesús le ha mostrado para retornar a la dignidad humana, la miseria cae sobre la senda de las personas y la oscuridad se apodera de sus vidas poco a poco, alejando sus ojos de la luz de Dios y sus vidas de la paz y la alegría que Dios les regalara un día.

Para quienes abren la puerta del Dialogo, una lluvia de alivio, consuelo, animo, fuerza y alegría, cae sobre el campo existencial, fertilizando las vidas que toca. Para quienes abren la puerta del entendimiento y la comprensión, el aire de libertad se renueva, y el gozo de vivir retorna al alma.

En cada amanecer, la primera puerta a abrir, es la que conduce a Dios, para agradecer su infinita misericordia, sobre nuestra vida y la de nuestros seres queridos. Y esa puerta debe dejarse abierta para que nuestros pasos se muevan en su recinto todo el día.

Dios no duerme y su puerta siempre está abierta porque es el pastor y guardián de vuestra alma.

Bendiciones

Juan (10,1-10)