LA FRACCION DEL PAN
Paz y bien hermanos
Al nacer se recibe tiempo, amor, alimento, guía, calor, vida. Con el tiempo se aprende a dar de lo recibido, a responder a lo preguntado, a crear y formar de lo aprendido, a actuar sobre lo esperado, a compartir con el necesitado, a repartir según lo vivido.
¿Hay en tu día momentos en que eres quien da sin esperar recibir, o vives aun solo para recibir? ¿Sacrificas tiempo de tu vida para entregar de lo que tienes, para abrazar, para amar, para dar vida, para ser guía, para enseñar, para fortalecer, para construir, para sembrar y cosechar? ¿Quiénes reciben algo de ti, aprenden a dar siempre lo mejor de sí mismos o a dar solo por cumplimiento?
Tu historia comienza con la mujer que, por la misericordia de Dios, presenta su cuerpo como hostia viva, santa, agradable a Dios para partirse internamente y darte cabida en su vida. De ella aprendiste a transformarte por la renovación de tu mente, para que sepáis discernir lo que es la voluntad de Dios, lo bueno, lo que le agrada, lo perfecto. Presenta tú también tu cuerpo como hostia viva y quebranta tu interior para que cual semilla, mueras a ti y le des cabida a Jesús, niégate a ti mismo, carga con tu cruz y síguelo. Porque si uno quiere salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por Jesús la encontrará.
Que llegues al momento de tu vida de oración diaria donde le digas a Dios: “mi alma está sedienta de ti; mi carne tiene ansia de ti, como tierra reseca, agostada, sin agua. mi alma está unida a ti, y tu diestra me sostiene.”
Que la palabra de Dios te alimente, guie, te ame, te de vida y te transforme en una hostia agradable a Dios para que puedas tu llevar su presencia a quienes andan extraviados, agobiados, y perdidos por la senda de la vida y te fracciones y des como ofrenda agradable a Dios.
Bendiciones
Mateo (16,21-27)