REMENDAR EL VESTIDO
Paz y bien hermanos
El sol parece perseguir todos los días a la luna para abrazarle y persiste en cada amanecer siguiendo su rastro, su aroma, su presencia distante. Las aves persiguen su alimento y las fieras sus presas, Las estaciones persiguen el tiempo tratando de hacerse eternas, y el hombre persigue a la mujer para completarse y ampliar sus metas.
¿Esta tu vida motivada por un propósito, o es una rutina perseguida por la vida? ¿Has descubierto cuales son tus prioridades en tu vida y por ende conoces los motivos por los cuales respiras? ¿Hay alguien en tu vida que pueda estar siguiendo tus pasos y son estos el camino a algo grande y próspero, o son la senda hacia un abismo?
Porque Jesús estaba claro en su misión y desde el comienzo su morir fue un morir al pecado de una vez para siempre; y su vivir fue un vivir para Dios. Lo mismo tu vida, que sigue los pasos de Jesús, debes de morir al pecado y vivir para Dios en Cristo Jesús.
Porque el que quiere a su padre o a su madre más que a Jesús no es digno de Él; y el que quiere a su hijo o a su hija más que a Jesús no es digno de Él; y el que no coge su cruz y le sigue no es digno de Jesús.
Porque no se sigue el calendario del sol ni el calendario de la luna, ni se abren los ojos cada día, para buscar tan solo el alimento como lo hacen las aves, más si, para labrar los caminos de la vida con acciones buenas, pensamientos y palabras de amor y de paz buscando hacerlas eternas.
Que vivas para remendar tu prenda eterna, para construir una senda hacia Dios, con piedras de honestidad, de integridad, de amor y de paz y para sepultar cada día todo interés personal, toda ganancia, toda ambición, todo egoísmo.
Que tu oración sea el hilo eterno para arreglar tu vestido terrenal. Que este motivada diariamente para construir, para cimentar, para labrar tu senda hacia Jesús y poder así responder a su ejemplo.
Que la palabra de Dios te provea de la vestimenta para el camino, del escudo para la batalla diaria, te de la espada para defender la fe y tus acciones encaminadas hacia Jesús, y te unja con el casco que protegerá tus pensamientos de las asechanzas del enemigo.
Bendiciones
Mateo (10,26-33)