BUSCANDO EMISARIOS DE PAZ
Paz y bien hermanos
Un rey con pretensiones de dominio y control envió emisarios secretos a tierras lejanas para llevar sobre ellas caos. Una enfermedad se expandió sobre los territorios por donde estos emisarios fueron pasando y miles de personas sucumbieron sin remedio alguno. El pánico, el caos, el temor, la miseria, el hambre, la quiebra, la oscuridad y la desunión de sus habitantes se expandió sobre estos territorios uno tras otro, al no poder detener este flagelo. Con el tiempo, el rey envío de nuevo estos emisarios para ofrecer ayuda y al mismo tiempo para sembrar en sus campos un potente insecto que acaba con sus cosechas y así ahondar más aun la miseria y su necesidad. En medio de la desesperación fueron aceptando el apoyo y las condiciones del rey y las personas empezaron a sanar y poco a poco empezaron a retornar a trabajar. Para entonces muchos empresarios habían perdido su capital y agricultores no tenían como volver a empezar. Es entonces que secretamente el rey y sus emisarios, empezaron a comprar a bajo precio, tierras y empresas y a capitalizar estos territorios y en pocos años estos pueblos y sus tierras y sus negocios pertenecían al rey gracias a su silencioso y malvado plan. Y las gentes sin saberlo habían entregado sus tierras, negocios y su país y se dejaron conquistar, vendieron su idiosincrasia y su libertad.
¿Por hambre o por enfermedad venderías tu libertad o la de tu país? ¿En los momentos difíciles de tu vida, ayudas, levantas, llevas paz y alegría o más bien desesperas y ahondas el problema y la agonía en quienes más amas? ¿Eres de los que ayuda en los momentos de dolor, miseria y caos o de los que aprovecha y toma ventaja de los caídos, los pobres y los desvalidos?
Jesús también fue un emisario enviado por el Rey, su Padre celestial, a caminar por tierras cubiertas por la miseria espiritual, para devolver a las personas su integridad, su paz, su alegría, su fe y su libertad. Vino para conquistar los corazones y esparcir las semillas que su padre le encomendara repartiera para fomentar la unidad, el perdón, la honestidad y la bondad.
Y sacrificándose hasta morir en la cruz por la misión, Jesús escogió sufrir haciendo el bien, que sufrir haciendo el mal. Y les prometió a quienes le siguieron y a quienes hoy creen en Él “No os dejaré huérfanos, volveré a vosotros. Dentro de poco el mundo no me verá, pero vosotros me veréis y viviréis, porque yo sigo viviendo. Entonces sabrán que yo estoy en mi Padre, y ustedes en mí y yo en ustedes.”
Deja que Jesús entre en el interior de tu vida y camine por su senda para que siembre y conquiste tu corazón para el Rey de la paz y la misericordia. Pide, ora, y desea de corazón que sen impuestas la mano de Jesús sobre tu cuerpo para que puedas cantar con certeza y fe: “Que se postre ante ti la tierra entera, que toquen en tu honor, que toquen para tu nombre. Venid a ver las obras de Dios, sus temibles proezas en favor de los hombres”
Que la palabra de Dios te lleve a tierras más allá de tu mente y tu corazón para que tu fe sea el escudo que proteja a pueblos y naciones contra los planes de destrucción y de conquista de los malvados. Clama a diario por la unción del Espíritu Santo para que seas llevado a todos los extraviados y perdidos y que tu oración llene sus tierras y sus vidas de la luz y de la gracia de Dios.
Bendiciones
Juan (14 15-21)
