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SEMILLAS DE VIDA

Paz y bien hermanos

De la tierra herida por el arado, quedan surcos engravados y como si fuese un tatuaje, aquel polvo sobre polvo se ha decorado cual desierto desolado. Con el paso de los días, allí donde una semilla encontró sepulcro, ahora brotes surgen de sus entrañas y aquel suelo que parecía abandonado, ahora cobra vida y emana frescura, fuerza y esperanza de que algo nuevo a comenzado. Pronto la tierra queda toda cubierta de este nuevo comienzo y de esta vida nueva que de una semilla se ha originado.

Hay quienes pasaron por nuestra vida como un campo arado, nunca los vimos germinar, pero en nuestra vida sus surcos dejaron algo grabado. Hay quienes germinaron y cual flores del tiempo, así mismo se marcharon y su aroma, su color, su sonrisa en nuestros recuerdos dejaron. Hay quienes aún están a nuestro lado y poco a poco los vemos que van marchitando, mas sus frutos y su fuerza en nosotros quedan sembrados. Hay quienes como semillas los campos han dejado renovados y aunque algún día caerán de nuevo en tierra seguirán su camino de entrega, de amor, de esperanza, de paz y de cambio, mas no a nuestro lado.

¿Qué parte de tu vida siembras para dar y cuanto de ella es para tu propio bienestar? ¿Cómo administras tu tiempo, tus recursos, tu vida y cuanto de ella se marchita en lo banal, en lo superfluo, en lo inapropiado? ¿Si cual semilla, tuvieses que dar tu vida por alguien porque o por quien lo harías?

Jesús calló sobre esta humanidad como la semilla en medio de la lluvia, dispuesta a germinar y a empapar cada rincón de la persona, dispuesto a nutrir y refrescar el corazón y la mente de la humanidad. Jesús decide disolverse a si mismo para poder repartirse gota a gota, migaja a migaja entre toda la humanidad.

Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, pasó haciendo el bien y curando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él

Dios lo resucitó al tercer día y le concedió la gracia de manifestarse, no a todo el pueblo, sino a los testigos designados por Dios: a nosotros, que hemos comido y bebido con él después de su resurrección de entre los muertos

¡Jesucristo ha resucitado! y todos los que creen en él reciben, por su nombre, el perdón de los pecados

Si deseas resucitar tú también, dirige tu mente y tu corazón, tus palabras y pensamientos, tus acciones y decisiones hacia la luz de Cristo resucitado. Que, aunque apestes, saques de tu interior la muerte, la mentira, la oscuridad, los odios, la tristeza, la hipocresía, la maldad, aquello que te mantenía esclavo, atado, sumergido en el pecado. Que la palabra de Dios te cultive y te irrigue, te empape y arrastre a seguir las huellas de Cristo Resucitado. Que tu oración are tu vida con semillas y palabras de vida, de cambio, de primavera, de amor, de consuelo y esperanza, para que, como semillas, tu oración caiga sobre esta humanidad para alimentarla y levantarla de su letargo y su oscuridad. Que, como semilla mueras a esta vida, para germinar y embellecer los campos con los frutos que Dios ha puesto en ti.

Bendiciones

Juan (20 1-9)

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