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SURTIDOR DE AGUA

Paz y bien hermanos

Como la lluvia que empapa el jardín y alimenta su belleza, así los pensamientos en el ser humano irrigan la mente, el corazón, el cuerpo, la vida entera alimentándola de su claridad o contaminándola con sus impurezas. Como los ríos que, a pesar de la fragilidad de sus aguas, a pesar de la claridad de su corriente, arrastran con su fuerza una belleza increíble más también encierran en su interior la pasión que a su paso y en ocasiones se desborda rompiendo, destruyendo y arrasando. Así mismo las palabras claras, sinceras y amables que tocan con amor las personas podrían en el interior de su mensaje, arrasar la integridad, la alegría, la paz de quienes se encuentran en su senda, cuando se desbordan y contaminan con los escombros del egoismo, de la ira, de la mentira, de la hipocresía.

¿Si tus acciones fuesen como el agua, puedes decir que es pura, sincera, o crees que se ha contaminado y carece de autenticidad y de la bondad de tu corazón? ¿has arrastrado con la fuerza de tu carácter a alguien lastimándole o hiriéndole con tus palabras o acciones? ¿Navegas tu vida con honestidad y con alegría entregando tus tesoros y talentos o recorres el mar de la vida buscando la mejor oportunidad para satisfacerte, el mejor momento para sacar provecho y enriquecerte o engrandecerte?

Son las mismas lluvias que irrigan los campos, limpian el aire, revitalizan el medio ambiente las que al entrar en contacto con la tierra se enturbian y se pueden transformar en caudales que arrasan cosechas o enlodan la senda de la vida. De igual manera la lluvia de bendición de una persona, puede mancharse cuando entra en contacto con la tentación y el pecado, cuando cae en la corriente de lo oscuro, lo incorrecto, lo impuro, lo inapropiado. De igual manera la boca que bendice puede maldecir. La mente que adora a Dios puede rechazarle, maldecirle y negarle. Las acciones que irrigan con caridad, bondad, humildad, misericordia, pueden también llevar en su interior, tristeza, oscuridad, mentira, mala intención.

Es por eso que Jesús llega a cada ser con un mismo mensaje e invitación: “El que bebe de esta agua vuelve a tener sed; pero el que beba del agua que yo le daré nunca más tendrá sed: el agua que yo le daré se convertirá dentro de él en un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna “

Acércate a Jesús, sumérgete en la corriente clara de su vida, conócele, acéptale y escudriña su manantial de agua, dejando que su presencia bañe tu mente y corazón, tus labios y tu visión, tus manos y toda acción. Permite que las aguas del afluente de Jesús, sean las únicas aguas que irrigan tus pensamientos, tus acciones, tu vida, para que tu oración tome la fuerza del torrente que arrastra, limpia, embellece y llegue a ser un afluente real de bendiciones. Para que tus pasos se purifiquen con la palabra de Dios, y puedan conducir clara y sinceramente a otros hacia el manantial de vida que has encontrado en Jesús.

Bendiciones

Juan (4,5-42)

Juan (4,5-42)

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