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PALABRAS DE VIDA

Paz y bien hermanos.

Con las palabras se puede tejer una red que encadene o se puede hacer una llave que libere. Se puede irrigar los campos de la mente y el corazón y llenarlos de vida o robarles su gracia y dejarlos morir de sed cual desierto. Con las palabras se puede sembrar semilla buena, germinar acciones gratas, fortalecer el tronco de la seguridad y la confianza, embellecer el árbol de la familia con ramas fuertes y seguras y dar frutos que alimenten el alma y el cuerpo de quienes puedes tocar con ellas. Con las palabras se pueden levantar bosques o se pueden quemar y destruir hasta sus raíces. Es que con las palabras llenas de amor y de luz, se creó todo el universo. Se entrelazaron la luz, la oscuridad, el tiempo, la distancia, la vida, la muerte y se irrigo con la palabra todo lo creado de la fuerza que la sostiene, del amor que la mueve, de la paz que la equilibra y la mantiene. Quitarle una letra a una palabra es como robarle la luna a la tierra o una mano o un pie a una persona. Todo cambia con una letra porque puedes cansarse o casarse, contar o cortar, ir u oír. Una palabra de amor lo ha creado todo, una de odio todo lo puede acabar, arruinar, destruir o acabar.

En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios, y el Verbo era Dios. Hoy el mundo desea quitar a Dios de la vida humana, sin saber que es Dios el autor de todo y de la vida misma. Y Dios una vez más tomo la palabra sobre la creación y envió a Jesús, quien es el verbo mismo, quien es la luz. El Verbo era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre, viniendo al mundo.

En el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de él, y el mundo no lo conoció. Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria como del Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.

El mundo de hoy quiere borrar el nombre de Jesús de la faz de la tierra y solo quienes lo han impreso en sus corazones conocen la luz y siguen la palabra que es la vida misma. Que tu vocabulario conozca solo palabras que construyen, que alimentan, que alumbran, que guían, que perdonan, que levantan, que traen luz, que dan, que estimulan, que, como las palabras de Jesús, sacan de la sepultura a los muertos, del encierro a los cautivos, de la tempestad a los náufragos, de la pestilencia a los enfermos, de la difamación a los abusados y oprimidos.

Que tu oración te fortalezca en la fe y te lleve a cambiar tu vida interior y a abrir caminos nuevos de amor y paz y a irrigar las vidas de quienes han sido alejados del amor y la presencia de Dios. Que la palabra de Dios siga cultivándote para que nada te detenga, nada te desanime, nada te robe su luz y su mirada misericordiosa, y que te ayude a actuar en la fe, a llenar tu vida de la de Jesús, para que así, con tus manos, tus pensamientos, tus acciones, tus respuestas diarias ante la vida, un día Él pueda recoger tu cosecha y que esta sea en su nombre y sea abundante.

Bendiciones

Juan (1,1-18)

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