AMAR ES ENTREGARSE Y QUEDARSE

Paz y bien hermanos.

La creación está envuelta como si fuese un dulce, en un papel tenue, transparente, liviano, y fuerte llamado el amor. Ella toda transpira y sabe, emana y es toda amor. Porque, solo quien sabe amar, dona sus sueños, su cuerpo, su sangre, sus huesos, sus días y noches, su vida entera para que otro viva, crezca, sea, tenga. Solo quien sabe amar extiende el día más allá de las veinticuatro horas con tal de poder darse por completo cada día y luego si acaso pensar en sí mismo un rato. Solo quien ama de verdad, piensa solo en morir para que otros puedan vivir, piensa solo en entregar sin esperar que nada se le vaya a dar, sin dudarlo ni pestañear. Quien ama de verdad leva anclas, entrega su vida a la mar y el tiempo a las olas, al viento, y solo lanza sus redes para sus hijos alimentar, solo lanza su vida entera para que otros su sed y su hambre puedan mitigar. ¿Dónde aprendiste tú a amar, en casa, en la escuela, en alguien que viste su vida por ti entregar? ¿Si te dieran la opción de ser amado o de tu ser quien va a amar, cual escogerías y porque? ¿Si hay algo por lo que debes estar agradecido en tu vida, que es y a quien se lo debes?

Jesús nació envuelto por los brazos de una madre de amor, de una madre que olvidó su presente, entregó su futuro y vive todavía en el sacrificio, la entrega y el amor de madre que dejó impregnado en las manos, los ojos y las pisadas de Jesús.

Jesús creció amando el amor, y aprendiendo a obedecer al amor, a seguirlo, a abrazarlo, a compartirlo, y a escucharlo. Jesús se hizo vid para entregar toda su esencia, su elixir, se hizo pastor para hacerse responsable de todo su rebaño, se hizo hermano para entrelazar a todos con un solo Padre, se hizo camino para asegurarse de que todos lleguen, se hizo verdad, para que se acaben las dudas y se reafirme la seguridad en cada ser humano, se hizo vida para quedarse para siempre entre los vivos y para impregnar de vida hasta los muertos. Jesús se hizo también cordero para someterse plenamente a la voluntad de Dios y obedecer su plan, y para entregar su sangre en un sacrificio único y final para salvar toda la humanidad. Con su vida Jesús escribió: “Te ofreceré un sacrificio de alabanza, invocando tu nombre, Señor. Cumpliré al Señor mis votos en presencia de todo el pueblo” y para pagar a Dios todo el bien que ha hecho a la humanidad, Jesús se hizo copa de la salvación y se levantó invocando su nombre.

Así como tú le deseas dejar un legado a tus hijos y familia, así como tu deseas abrazar más allá de donde te alcance la vida a quienes amas para que no se pierdan y nada les pase, así mismo Jesús se ha quedado entre y con nosotros por amor: «Tomad, esto es mi cuerpo.» Cogiendo una copa, pronunció la acción de gracias, se la dio, y todos bebieron. Y les dijo: «Ésta es mi sangre, sangre de la alianza, derramada por todos. Os aseguro que no volveré a beber del fruto de la vid hasta el día que beba el vino nuevo en el reino de Dios.»

Endulza tu vida con la fe, la oración y el servicio. Envuelve tu vida con oraciones, para abrir las puertas de la fe e impregnarte del amor de Dios, escudriña las escrituras para alimentar, para sanar tu existencia, para encontrar en cada amanecer un Cristo vivo y sumérgete en el cuerpo y la sangre de Jesús, en acción de gracias a Dios, para que seas uno solo como Él es uno solo con el Padre y el Espíritu Santo.

Bendiciones

Marcos (14,12-16.22-26)