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EL EDREDON DE LA FE

Paz y bien hermanos.

De niño veía mi abuelita y mi madre guardar pedazos de tela de diferentes tipos y tamaños en una bolsa junto a la máquina de coser. Las camisas viejas, pantalones y demás ropa que descartaban, les quitaban los botones y las cremalleras y las guardaban también. Un día, cuando la bolsa estaba ya casi llena, se reunían, sacaban todo y empezaban a cortar de cada tela pedazos cuadrados del mismo tamaño. Con el tiempo cosían todos estos retazos y construían una hermosa colcha, dándole a lo inservible una nueva vida, a lo desechado una forma nueva, un uso y propiedad nueva. En el vientre de cada madre se tejen con paciencia, entrega, humildad y también con retazos de vida, amor, paz, alegría, esperanza, los sueños y deseos de un mundo mejor.

El planeta que habitamos, es como una gran placenta que alberga en su interior, un tejido labrado de anhelos, de luchas, de deseos y de metas. Por eso con certeza podemos decir de cada uno de nosotros: “No desconocías mis huesos, cuando, en lo oculto, me iba formando, y entretejiendo en lo profundo de la tierra”.

Jesús vino a unir todos los retazos que Juan el Bautista recolectó durante su misión terrenal y quien predicó abiertamente: “Yo no soy quien pensáis; viene uno detrás de mí a quien no merezco desatarle las sandalias.”

Jesús vino a recoger todo retazo de vida para ponerlos juntos y de esta manera presentar a su padre la colcha de la fe, construida con cada mente, cada corazón , cada persona, cada voluntad, cuerpo, vida y ser, que aceptó su palabra, su unción, su regalo de vida, de amor, su abrazo divino, su mensaje salvador.

Dios envió a su mensajero a fabricar esta senda hacia la salvación, por lo que Él dijo de Jesús: “te hago luz de las naciones, para que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra”.

Jesús tomo a los pecadores y les llamo a la conversión, y les presentó el reino de Dios. Jesús tocó a los enfermos y les invitó a abandonar el pecado para que pudiesen ser parte del plan de Dios. Jesús habló a los sabios y entendidos como a los humildes y pobres y les presentó el reino de su padre Celestial. Jesús oró por sus enemigos, pidió por sus apóstoles e intercedió por quienes le persiguieron y castigaron. Cada puntada de vida, cada huella, cada parábola, cada desierto, camino, pueblo, casa, escondite, vasija, rayo de luz, fuente de agua, manantial, mar, lago y rio, construyeron el edredón del reino de Dios, para que bajo su peso, puedan cobijarse todas las naciones, mentes y corazones del mundo.

Hazte parte del tejido de la fe que Dios ha estado entretejiendo día a día desde la creación del mundo. Eres un retazo más, importante, virtuoso, valioso, colorido, lleno de dones, de regalos, de sabor, de sueños y metas. Funde tu vida con la de Dios, integrate a su reino, acepta su ley, su voz, su plan, estudia su palabra, ora, sacrifica, entrega y como los retazos de tela de nuestros antepasados, no morirás, sino que serás una creación nueva, para ayudara a arropar la humanidad junto con la gracia y voluntad de Dios

Bendiciones

Lucas (1,57-66.80)

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