CONSTRUYE CON BORONAS

Paz y bien hermanos. Las horas se desmoronan en minutos y los minutos en segundos, así, como la vida de bebe se desmorona día a día para ser niño, y la del niño se desmorona para ser joven, y la del joven para ser adulto, y la del adulto para ser viejo, y la del viejo para ser espíritu. ¿Qué hiciste con las boronas de vida hoy? ¿Qué propósitos hay en cada paso, cada meta, cada día de tu existencia? ¿Al final del camino de tu vida, cuantas boronas de vida podrás llevarte y cuantas se habrán perdido? Por eso, no nos acobardamos, sino que, aun cuando nuestro hombre exterior se vaya desmoronando, nuestro hombre interior se va renovando día a día. Jesús vino a desmoronar su vida entre sus apóstoles, entre sus enemigos, entre quienes sano, entre quienes aconsejo, y quienes le negaron su santidad y se perdieron de sus milagros. Cada borona de vida de Jesús, fue para construir, para animar, sanar, iluminar, conducir, y guiar. Sus palabras fueron de verdad más nunca de duda. Sus acciones fueron para construir la morada interior en cada persona, mas no para desanimar o demoler la vida humana. Sus pasos fueron dados para llevar el mensaje de Dios a todos los rincones de la tierra, mas no para uso y propósito personal. Jesús, desmorono el reino de Dios para entregarlo a quienes desearon y quisieron tomar parte de él. Jesús abrió sus brazos para acoger a todo quien quiso venir a ser su hermano, su hermana o su madre, porque todo quien busca los dones del Espíritu Santo son su madre, y sus hermanos. Jesús vino a entregar a todo quien lo desee, lo dones del Espíritu Santo, que edifican la morada interior, cimientan y fortalecen las obras espirituales, alimentan y fortifican las acciones de los hijos de Dios. Abre tu corazón a Jesús, para que las boronas de vida que caen de su mesa alimenten tu existencia y te ayuden a construir borona a borona tu morada celestial. Porque sabemos que si se destruye esta nuestra morada terrena, tenemos un sólido edificio que viene de Dios, una morada que no ha sido construida por manos humanas, es eterna y está en los cielos. Escudriña la palabra de Dios, para que cada una forme en ti un rayo de luz, una pared de gozo, una puerta de amor, un techo de sabiduría, un jardín lleno de los frutos del espíritu santo. Ora y guia tu vida hacia la construcción de la morada celestial, palabra por palabra, oración por oración, minuto a minuto, para que hora por hora tus días construyan un lugar de reposo, paz y consuelo aquí en la tierra y vida eterna en el cielo. Bendiciones Marcos (3 20-35)