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VAN A VISITARTE

Paz y bien hermanos.

Hay mensajes que llegan con el calor de un abrazo de una persona, con la sonrisa de un corazón noble, con la mirada tierna y compasiva de un ser que siente el dolor ajeno, con la intención de amor y el perfume de la presencia de quien ama y entrega de lo que abunda en su corazón.

Hay mensajes que llegan en las manos frágiles de un bebe, que son más fuertes que el abrazo del ser más fuerte del mundo, que son más profundos que los fondos del mar, que son más claros que la luz del sol. Hay mensajes que tocan a la puerta de la vida, y otros a la del corazón, algunos a la mente confundida y otros a la persona en la profundidad de su interior. ¿Cuándo miras a tu vida, donde encuentras el mensaje más significativo para tu existencia? ¿Eres de los que entregas mensajes con tu presencia, con tus acciones, con tu intención, o de los que envían mensajes llenos de lo que hay en tu corazón? ¿Para la humanidad de hoy día, cual podría ser el mejor mensaje, que puedas enviarle, de manera tal que ilumines sus mentes, sus pasos, su corazón?

Hay un mensaje inscrito en la creación y habla por sí mismo sin palabras, se manifiesta en cada paso de la humanidad y en los hechos reflejados en cada día y cada instante. Es un mensaje que se lee con el alma, la mente y el corazón y que habla de tus rumbos, de tus huellas, de tus decisiones, de tu situación. A este mensaje respondemos: Dios del universo, vuélvete: mira desde el cielo, fíjate, ven a visitar tu viña. Cuida la cepa que tu diestra plantó, y al hombre que tú has fortalecido.

Hoy podrían tocar a tu puerta de tu casa, de tu alcoba, de tu mente, de tu corazón. Podrían tocar a la puerta de tu vida, de tus logros, de tus metas, de tus sueños, y de tu orgullo y pretensión. Al abrir la puerta el mensaje que recibas podría ser el primero y el único que guie tu existencia hacia la vida, hacia la salvación.

Esa misma visita la recibió Isabel prima de María, hace más de dos mil años y su mensaje aun vibra en nuestro corazón. Ella abrió la puerta de su vida y dijo entonces:

¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? Pues, en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Bienaventurada la que ha creído, porque lo que le ha dicho el Señor se cumplirá”

Prepara tu vida para que recibir el mensaje que salva, repara, levanta, unge, ayuda, guia, ilumina, sana. O prepara tu existencia para ser portador de tal mensaje, cuando visites al caído, el enfermo, al necesitado, al perdido, al pecador, al extraviado, al solitario, al preso, a quien nadie, nunca antes con amor y misericordia se hayan acercado. Recibe hoy la visita de Dios en tu vida, y anhela que un día seas tú quien en su nombre visite la vida de quienes le necesitan y aun no le han encontrado. Visita a Dios con tu oración, visitale con la lectura de su palabra.

Prepara tu existencia para responderle a Dios: “He aquí que vengo para hacer tu voluntad”, porque su visita es inminente y tu respuesta será motivo de regocijo y alegría para tu existencia, y la de toda tu presente y futura generación.

Bendiciones


Lucas (1,39-45)



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