SIGNOS EN EL CIELO, EL AGUA Y LA TIERRA

Paz y bien hermanos.

Los pescadores saben que, si su sombra se proyecta sobre el agua, los peces huyen y la pesca será bien pobre.  La sombra es la voz silenciosa que anuncia a los pescados que alguien está cerca.  De igual manera, las aves vuelan en desbandada al mismo tiempo, anunciando que el paso inminente de un peligro se está acercando.  Un temblor de tierra imperceptible al ser humano es advertido por los animales porque reconocen el sonido de su paso al aproximarse.

¿Te has percatado de algo o alguien por un sonido?  ¿Reconoces a tiempo cuando estas en peligro? ¿Te has dado cuenta de que estas a punto de hacer algo incorrecto antes de hacerlo?

“Está claro que Dios no hace distinciones; acepta al que lo teme y practica la justicia, sea de la nación que sea.  Y Dios, viene sobre cada ser a anunciar, avisar, advertir, dirigir, orientar, guiar, aconsejar y sanar”.   Mas muchos le ignoran porque no le conocen, no le oyen, no le escuchan, no le prestan atención.  

En tiempo de Juan el Bautista, muchos eran los signos y muchos los ciegos y sordos que ni los vieron ni los entendieron, porque no eran los que ellos esperaban. Despierta, poruqe a ti Dios te dice hoy: “Mirad a mi siervo, a quien sostengo; mi elegido, a quien prefiero. Sobre él he puesto mi espíritu, para que traiga el derecho a las naciones. No gritará, no clamará, no voceará por las calles. La caña cascada no la quebrará, el pábilo vacilante no lo apagará. Promoverá fielmente el derecho, no vacilará ni se quebrará, hasta implantar el derecho en la tierra, y sus leyes que esperan las islas”

Si escuchas su voz: “¡Cuán bienaventurado eres, porque no andas en el consejo de los impíos, ni te detienes en el camino de los pecadores, ni te sientas en la silla de los escarnecedores, sino que en la ley del Señor está tu deleite, y en su ley meditas de día y de noche!”

Lo peor no es el mal que se halla hecho, sino todo el bien que todavía se puede hacer y no se hace.

Acalla tu vida a lo externo y llevala hacia tu propio adviento, dirígela hacia el nacimiento de tu propia existencia en el pesebre de tus fracasos y tus derrotas, tus pecados y tus malas decisiones.  Busca la paz interior, para que todo lo malo de ayer sea el abono de hoy, para que puedas sanar y renacer como hijo de Dios, y poder así reconocer la voz del Padre hacia la felicidad, la paz y la alegría de vivir cogido de su mano.

Ora, pide con humildad sanación, paz, uncion, y entonces, escucharas una voz del cielo: «Tú eres mi Hijo amado, mi predilecto.»

Bendiciones

MARCOS (1 7-11)