NECESITAS DE UN DESIERTO

Paz y bien hermanos.

Es difícil de entender para una persona que el sufrimiento puede ser usado como combustible para empujar la vida con mas proyección y fortaleza y para aprender a superar los retos y fracasos de la vida.  Cuando lo negativo toca la puerta de la mente, el corazón o el cuerpo humano, la tendencia es a decaer y ocultarse. Mas, esta comprobado que el sistema inmunológico de una persona es fortalecido a través de ensenarle como defenderse de los retos externos que debilitan, atacan y buscan destruir el cuerpo.

¿Cómo enfrentas los sufrimientos y que cicatrices te han dejado?  ¿Qué puedes decir que has construido o aprendido en tu vida con los fracasos?  ¿Sabes que quedarse a esperar que los sueños lleguen, te debilita, mas salir a su encuentro y luchar por ellos te fortalece?

Jesús inicia su misión empezando consigo mismo en el desierto.  Jesus vino para vivir no como hijo de Dios sino como hermano de todos, no como pastor de unos sino de todos, no como predicador sino como amigo, consejero, evangelizador.  Jesus, no dividió las ovejas entre sabias y brutas, entre honestas y mentirosas.  Jesús no escribió ninguna carta, ningún evangelio, sino que vivió de acuerdo al plan de Dios. Mas si advirtió que el enemigo dividiría su iglesia, confundiría las mentes, crearía enemigos dentro de la misma familia de Dios, hijos contra el padre, contra la madre, contra la misión.  Conflictos, guerras, luchas por el poder y la verdad.

Jesús empezó su vida y termino su vida con el mismo mensDEaje: «Se ha cumplido el plazo, está cerca el reino de Dios: convertíos y creed en el Evangelio.»

Hoy Jesús sigue esperando a que sus hermanos vivan un desiereto durante la cuaresma y que esto de frutos de conversión, unión y gracia.  Que crean en un solo Dios, un solo evangelio y le sigan como a el Pastor que puede guiar al rebaño, hacia Dios Padre.   Ora, estudia la palabra, practica y vive la fe, sacrifica tus ideologías y ambiciones personales para que cuando Cristo vuelva, nos encuentre reunidos. 

Bendiciones    

MARCOS (1 12-15)