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MEDICINA PARA LAS PATALETAS

Paz y bien hermanos.

Recientemente escuchaba a un psicólogo que recomendaba que cuando un niño empieza a hacer rabietas o pataletas, el padre no debe perder su compostura y su acción de apoyo no debe de faltar, no para respaldar la acción sino para ejercer su autoridad sobre la mala conducta del niño. Entonces él recomienda que el adulto debe mirar a los ojos del niño y decirle con voz calmada, mirame a los ojos. Y cuando el niño finalmente se enfoca en la mirada comprensiva del mayor, entonces la voz debe de proyectar sobre el niño una orden de calma, paz y obediencia. Cuando el niño intente retirar la mirada o regresar a la mala conducta, el adulto debe reforzar su autoridad emitiendo de nuevo los comandos prescritos. Mirame a los ojos, calmate, tranquilizate, aquí estoy, no es necesario que te portes así. El niño terminará abrazando al adulto, porque el hecho de que fue apoyado en su crisis, le demuestra que no tiene nada que temer y en las manos de su progenitor está seguro.

¿Te has sentido decepcionado y desesperado alguna vez en tu vida? ¿Te han dado ganas de botarte por un puente o de destruirlo todo y acabalo todo? ¿Has perdido tu paz interior?

Los adultos, los jóvenes y todos pasamos por pataletas a muchas diferentes edades. La mayoría de las veces estas son el resultado de la frustración. Y la frustración es un reflejo de sentirse impotente y huérfano. Impotente ante lo que no puedes cambiar o las consecuencias de un cambio inapropiado. Huérfano, porque quien no puede mirar los ojos del Padre, del Progenitor, y refugiar su pataleta en su mirada que le garantiza apoyo, guia y consejo, entonces se siente inconscientemente huérfano.

Jesús sabía que la cura para sus pataletas estaba en la oración temprana, en aislarse del mundo, en someter su cuerpo y su mente a un desierto, en clamar con fuerza y anhelo a su padre por su misericordia y su mirada piadosa. Jesús siempre encontró esa mirada y siempre confió en la mano de su Padre que se extendía para levantarlo, guiarlo y apoyarlo en medio de todo problema, situación y reto. Jesús sabía que Dios le había ungido con autoridad y con liderazgo y les uso, mas nunca los abuzó. Entregó en cada misión con humildad sus respuestas misericordes, amorosas, pacificas, puras y sinceras que mejor reflejaban al Padre celestial. Entregó a quienes halló en medio de sus pataletas personales esa mirada y esa voz de un Padre que garantiza consuelo, protección, apoyo, consejo y guia sin preguntas, ni prejuicios, ni juicios.

Dios invita a cada ser humano a reconocer su paternidad, a seguir su liderazgo, a buscar su mano a través de la oración, la palabra de Dios, la conversión, y el servicio a los demás.

Dios asegura a cada uno de sus hijos su apoyo, su instrucción, su paz y su bendición, siguiendo las huellas y enseñanzas de Jesús. Que tu situación personal pueda encontrar la mirada serena de Jesús y en ella, la respuesta sanadora y su luz, para que puedas sentir la autoridad misericorde de Dios.

Bendiciones


Marcos (1 21-28)



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