LA GRANDEZA DEL SILENCIO

Paz y bien hermanos

El sol se levanta en cada amanecer en el silencio de su grandeza, el río arrastra con el rugir de su corriente, una vida interior silenciosa que fertiliza la tierra, nutre valles y montañas.  La semilla duerme silenciosa mientras teje su camino hacia la luz, la vida, la planta, la cosecha.   Así es la vida de una madre, quien conserva sus anhelos y sueños en la vida que germina en su interior, y con paciencia labra un camino para quien ella concibió. No pone condiciones, no pide privilegios,  no reclama, no busca aplausos, su dicha está en la vida que lleva en su interior.  

¿Qué es más grande el sol o el milagro silencioso que irriga la vida?  ¿Qué  es más maravilloso, la semilla que entrega su vida para dar una planta o   los frutos de la misma?  ¿Qué es más extraordinario, la madre que dona su existencia por traer al mundo una  vida, o la vida que trajo al mundo?

Así mismo, Maria en el silencio, en la sencillez de su vida, aceptó ser la esclava de Dios, siendo su misionera, cultivando a Jesus y perseverando en formar la personalidad de quien es la luz del mundo, el camino a Dios, la verdad misma. 

“Su madre dice a los sirvientes: «Haced lo que él os diga».

Había allí colocadas seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una.

Jesús les dice:«Llenad las tinajas de agua».

El mayordomo probó el agua convertida en vino sin saber de dónde venía ,y entonces llama al esposo y le dice: «Todo el mundo pone primero el vino bueno y, cuando ya están bebidos, el peor; tú, en cambio, has guardado el vino bueno hasta ahora».

Que halles en tu oración diaria,  la grandeza del silencio, para admirar y reconocer la riqueza  que Dios cultiva con tu vida. Que la palabra de Dios sea gota a gota el agua de vida que Dios va convirtiendo silenciosamente,  en el vino que le da sabor, alegría y paz a tu existencia y a la de quienes tú llevas su mensaje sanador y reparador. 

Bendiciones.

Juan (2 1-11)